La ola de manifestaciones se agravan en Hong Kong y vuelve a poner en jaque la legitimidad de las autoridades gubernamentales.
Luego de que hayan pasado semanas desde la primer movilización en Hong Kong contra el proyecto de ley de extradición, las olas de manifestaciones siguen firmes y son cada vez más fuertes. La pregunta que se hace el mundo, y hasta los mismos ciudadanos chinos es: ¿Como terminará esto?.
El pasado turbulento y violento de China atemoriza a los ciudadanos, pero el fantasma de la opresión parece no ser suficiente para acallar los pedidos de derechos y libertades democráticas que la población exige en las calles.
Lo que comenzó como una protesta frente al proyecto de ley de extradición desencadenó el despertar de los ciudadanos chinos, sobre todo los más jóvenes, exigiendo las libertades democráticas que la independiente Hong Kong debe garantizarles. Este despertar democrático fue subestimado por el Gobierno chino desde el primer momento, pero sin embargo, las masas están demostrando no tenerle miedo a las medidas violentas y represivas que las fuerzas policiales podrían llegar a tomar. Frente a esta situación, es inevitable que la duda y la incertidumbre inunden las manifestaciones de preguntas y miedo.
Al pasar los días, la falta de legitimidad del gobierno de Hong Kong está siendo amenazada poco a poco. Las declaraciones por parte de los dirigentes políticos no dejan más que dudas frente a la verdadera calidad democrática del régimen de la ciudad, desde el gobierno insisten que los manifestantes “son un grupo muy pequeño de violentos criminales y que detrás de ellos se encuentra el respaldo de grupos que quieren jugar con fuego”. Tras estas declaraciones, ha quedado claro la falta de atención y consideración que Hong Kong tiene hacía el mensaje que los ciudadanos están gritando frente a las instituciones gubernamentales.
China está corriendo el riesgo de volver a mostrar su lado más violento y represivo, y esto afectaría negativamente a su imagen a nivel internacional que tanto les ha costado construir a través del cambio de identidad social. Las respuestas del gobierno hongkonés frente al pedido de protección de derechos, no hizo más que acercarse a las tendencias opresivas del gobierno de Xi Jinping, y a esto justamente se debe el consecuente terror de la población hongkonés que pide a gritos el reconocimiento de la ciudadanía. Frente la intención de Hong Kong de instalar a las fuerzas de la armada en la ciudad (como es costumbre en Beijing), el Sistema Internacional teme por las medidas que el Gobierno pueda llegar a tomar, ya que esto implicaría un cambio de personalidad de toda la región asiática que Hong Kong representa.
Las relaciones comerciales tendrían un efecto corrosivo a consecuencia de las últimas tendencias antidemocráticas que se están implementando. Lo que comenzó como una protesta frente a un proyecto de ley, ha despertado a su vez lo peor de Hong Kong, y pone en riesgo su futuro a nivel social, económico y comercial.
No se debe dejar de lado, que la ciudad cumple un rol sumamente importante en la guerra comercial de China y Estados Unidos. Hong Kong es la representación del papel pro-democrático de China, el cual permite mantener un consenso y un límite en esta lucha comercial y económica, y éstos consensos son los que han logrado contener la tensa relación de ambos países.
Sin duda, China ha madurado en todos sus aspectos en los últimos años, convirtiéndose en protagonista del escenario internacional y destacándose en las relaciones comerciales, sin embargo esta misma apertura al mundo debe demostrarse de la misma manera en el plano político interno cumpliendo con la estabilidad democrática, de lo contrario nos encontraríamos frente a un cambio que puede atentar a desequilibrar la posición de China en el Sistema Internacional, lo cual también afectaría directamente al orden de la región asiática que siguen al poder regional como referente.
Las medidas que tome el gobierno de Hong Kong en los próximos días serán cruciales para definir si la región oriental sigue por el camino de la democracia o se produce un retroceso hacia el pasado.
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