VICISITUDES DE UN FRENTE QUE BUSCA DESAFIAR EL PODER ESTADOUNIDENSE
Parecen lejanos aquellos tiempos en los que el Presidente estadounidense Donald Trump calificó como sobresaliente su relación con su homólogo chino Xi Jinping. Actualmente, en el marco de la disputa comercial entre los EE.UU. y China, y dentro de la cronicidad de un vínculo político comercial entre lo que una vez fue la URSS y China ¿En qué medida es recíproca -o conveniente- la camaradería coyuntural entre Xi Jinping y Putin frente a Occidente?
A principios de Junio del corriente año Xi Jinping viajó a Moscú para obsequiarle dos osos pandas al premier ruso, su socio estratégico en la región. Aunque se trata de un regalo estándar para los países que el gigante asiático corteja, la visita abundó en gestos simbólicos. En su carácter de Presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin lo invitó a navegar el Río Neva a bordo del Crucero Avrora, un navío de guerra insigne conservado como buque museo en San Petersburgo, célebre por lanzar el disparo que precipitó la Revolución Bolchevique en 1917.
Este vínculo, que lleva siglos de luces y sombras, se revigorizó durante el último lustro: ambos líderes se reunieron oficialmente unas treinta veces, y el comercio se incrementó, llegando a los 107.000 millones de dólares al año. Con estas cifras Rusia se convirtió en el principal socio de la República Popular China en términos de crecimiento interanual del volumen comercial. De manera que, la relación bilateral se ha profundizado significativamente, sobre todo en el último tramo de dicho periodo de tiempo; hecho que se puede apreciar en el Foro de la semana en la que Xi visitó Rusia, donde se cerraron más de 25 acuerdos comerciales y de otros tipos que pasan por la agricultura hasta la tecnología.
Durante la Guerra Fría la República Popular China y la ex U.R.S.S. conformaron una alianza que, con tensiones, buscó consolidar un frente unido contra el enemigo que construyeron y al que denominaron Occidente capitalista. Se observa hoy que la asociación contra los EE.UU. se reitera, pero esta vez los antiguos socios comunistas han decidido enfrentar a Occidente empuñando el capitalismo como arma propia. Esta guerra comercial tiene paralelos en la extraordinaria batalla cultural y propagandística y en las respectivas carreras armamentísticas que China y Rusia llevan adelante. No obstante, las acciones de gobierno de Xi y Putin parecen demostrar que la columna de la macroeconomía es un pilar fundamental en las aspiraciones hegemónicas propias y en el desgaste del enemigo.
En este sentido, nuevamente Putin y Xi Jinping se encuentran en la búsqueda de un liderazgo mundial que desafíe a los Estados Unidos y Occidente, sin embargo, esta vez es Rusia quien se encuentra en desventaja (con una economía obstaculizada por sanciones internacionales y una mala gestión de parte de Putin) frente al líder chino, Xi Jinping.
Por lo tanto, los acuerdos entre firmas Rusas y Chinas han significado un beneficio mutuo, como por ejemplo, con el acuerdo que se dio entre MTS –firma Rusa de telecomunicaciones– y Huawei para desarrollar redes 5G en Rusia durante el próximo año; pensado para contrabalancear la presión que ejerció Estados Unidos al bloquear Huawei por el “riesgo que representa para la seguridad internacional”.
A simple vista, pareciera ser que, tras cinco años de sanciones internacionales por anexar a Crimea, estrechar y profundizar lazos políticos y comerciales con China es una propuesta sumamente seductora para Rusia. La alianza estratégica entre estos dos países efectivamente ayudaría a sortear los desafíos planteados por los Estados Unidos. Sin embargo, la reticencia y el tabú cultural entre rusos y chinos aumenta el espectro de una competencia en la que precisamente Rusia no es quien tiene las de ganar.
Para vislumbrar esta hostilidad entre los países en cuestión, se puede apelar a las palabras del periodista Steven Lee Myers del New York Times, en relación con la tala indiscriminada en el Este de Rusia, dice que la búsqueda rapaz de China de recursos primarios -que ignora y subestima las preocupaciones ambientales- puede tensar incluso hasta un país que se considera a sí mismo como una superpotencia y un socio estratégico. Este es un hecho que China probablemente no debiera pasar por alto, dado que Putin ha demostrado ser un gran estratega a la hora de aprovechar las oportunidades de fortalecer la posición Rusa. De hecho, la anexión de Crimea, que tantos problemas económicos y a nivel internacional le ha significado a Rusia, es también la principal, sino única, obstrucción de la integración pacífica de Ucrania a las estructuras occidentales; de la misma forma que la intervención en Siria, posibilitada por la ausencia de una estrategia eficiente Estadounidense en la región, posicionó a Rusia como un actor clave en Medio Oriente.
Rusia aspira a recuperar el posicionamiento que alguna vez la región tuvo con la Unión Soviética; y China no tiene intención alguna de contentarse con un papel secundario en los asuntos mundiales y tampoco aceptará el actual grado de influencia estadounidense en Asia y el status-quo territorial allí; ambos Estados congenian en interpretar el poder de los Estados Unidos como el principal escollo a la hora de alcanzar sus objetivos revisionistas.
Entonces, a la hora de analizar el escenario ¿Cómo se traducen estas grandes hazañas Rusas –que tantos dolores de cabeza le han traído a Putin– frente a Xi Jinping? Este último, que actualmente se posiciona con un peso significante para luchar cabeza a cabeza con el poder de los Estados Unidos. Dejando así a la ex URSS relegada en los escalafones a la hora de debatirse el podia de la hegemonía mundial.
Bajo criterios rusos, esta alianza debería posicionar a Rusia como lo que un día fue la Unión Soviética, sin embargo ¿Cuáles son las ventajas Rusas frente a las Chinas? ¿Existen ventajas reales o puede ser una alianza de doble filo que Putin y Rusia pronto lamentarán?
Un comentario en “¿Camarada o competencia?”