Hoy se sacudió el mundo con la noticia de que dos buques petroleros, uno de origen noruego y uno japonés, fueron derribados cerca de las costas de Irán. Para dar calma a la comunidad internacional, sólo hubo daños materiales y no se tuvo que lamentar muertes de algún operario de los buques. Pasado el “accidente” la quinta flota estadounidense que tiene presencia en los mares, fue alertada por los sucesos que se acontecieron.
Rápidamente Pompeo en conferencia de prensa en la Casa Blanca le atribuyó el hundimiento de los navíos al Estado de Irán. Esto se tradujo como el día de más tensión en la escala entre ambas naciones. Esto se da en el marco de que el Primer Ministro Japonés se encuentra en Teherán como una encomienda del presidente Trump para poder mediar en la rivalidad que se extiende entre la nación persa y el país americano.
Esta rivalidad y el odio mutuo que se percibe entre iraníes y estadounidenses responde a una dinámica en la cual, históricamente, se vieron chispazos y amenazas a partir de la revolución del 79.
Irán post revolución, instaurada la teocracia que se mantiene en el poder, configuró una dinámica de rivalidad directa a Estados Unidos. En consecuencia de esto, Irán estableció la misma lógica con el Estado de Israel, respondiendo a la alianza y soporte americano a la nación hebrea en la región. En esta dinámica, se ve como ante todos los movimientos que atenten con la seguridad regional del Medio Oriente, Estados Unidos intervendría para el mantenimiento de dicho orden.
Otro atenuante a la escalada de las tensiones se relaciona directamente con tres decisiones de Trump en su administración al respecto de la cuestión iraní. En primer lugar, la no actualización del Tratado de los 6+1 con Irán que imprime, a grandes escalas, la limitación de la producción y enriquecimiento de Uranio que puede devenir en el uso dual, en otras palabras, con el Tratado se busca que Irán no produzca armas nucleares. En segundo lugar y en relación al primer punto, una serie de sanciones al país persa, que busca el ahogamiento y aislamiento económico e internacional para la República Islámica. Y por último, la catalogación de la Guardia Revolucionaria Iraní como un grupo terrorista para los Estados Unidos. Esta guardia se configura como un cuarto componente en el Sistema Político iraní, que tiene un gran peso político, militar y económico para el Estado.
Todo este cóctel de acciones, conllevó a la decisión por parte del presidente Rohani, con el aval del Líder Supremo Jomeini, de reclamar la renegociación del Tratado que se ha suscripto la nación a los países restantes del mismo, anunciando que se iba a volver a enriquecer Uranio contraria a las resoluciones del Tratado de 6+1.
Todas estas decisiones configuraron una amenaza directa para la región y para el sistema de balances y contrapesos que mantienen “la paz” en el mundo. Pero claro está y siguiendo la ley de la física que toda acción conlleva su reacción, que los mecanismos de ahogamiento por parte de la administración Trump, y la obstinación de los líderes de Irán, llevaron a pensar que una coalición entre estos pueda ser probable.
En conclusión, los objetivos, las identidades y las experiencias en Medio Oriente, conlleva a pensar que es poco probable una intromisión directa por parte del ejército norteamericano en el Estado iraní, pero en un sistema donde cualquier error pueda desencadenar un conflicto directo, la atención internacional debería estar atenta a los sucesos que pueden devenir.
Un comentario en “¿Qué se percibe de la tensión Irán – EEUU en el Golfo Pérsico y Omán?”