Desde que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunciara su Plan de Paz para poner fin al conflicto entre el Estado de Israel y el grupo terrorista Hamas, el primer mandatario estadounidense manifestó su intención de reconfigurar la región en favor de Estados Unidos.

En febrero de este año, en el contexto del alto al fuego en Medio Oriente concretado en enero pasado, Trump publicó un video hecho con inteligencia artificial donde se observaba a la Franja de Gaza convertida en una riviera de lujo donde Trump, Musk y Netanyahu disfrutaban de la playa y el mar. Esta primera propuesta de Trump, que significaba la limpieza étnica de la población gazatí, despertó la condena de la comunidad internacional y los principales organismos internacionales de derechos humanos.

Cuando Israel violó en marzo pasado el primer acuerdo de alto al fuego celebrado este año, la guerra en Gaza cobró un cariz particularmente mortífero, sobre todo cuando Israel decidió otorgar la administración de la ayuda humanitaria a la Gaza Humanitarian Foundation, una organización privada que cuenta con el apoyo de Donald Trump y Benjamin Netanyahu.

A diferencia del Programa Mundial de Alimentos, esta organización no contaba en absoluto con la experiencia y la capacidad necesarias para abastecer las necesidades alimentarias de una población de 2 millones de personas en situación de hambruna.

Obstinado en su empeño de recibir el Premio Nobel de la Paz, Trump intentó lograr un acuerdo de cese al fuego entre Israel y Hamas a cualquier costo. A pesar de no haberse hecho con el galardón que otorga el Comité Noruego, el acuerdo patrocinado por Trump logró el regreso de los 48 rehenes israelíes que aún permanecían secuestrados en Gaza y el cese de bombardeos israelíes sobre la Franja, que ya se cobraron la vida de más de 60.000 personas.

Según Trump y los asesores que colaboraron en el diseño del acuerdo, Jared Kushner y Steve Wittkoff, este sería el punto de partida para una nueva configuración de poder en la región de Medio Oriente. Entre los objetivos que plantea el acuerdo están el desarme de Hamas y la instauración de una fuerza internacional liderada por Tony Blair como gobierno en la Franja de Gaza.

Un escenario devastado y la dificultad de gobernar Gaza

No obstante, es muy poco probable que este plan se desarrolle con éxito, sobre todo teniendo en cuenta el nivel de destrucción de infraestructura que se observa en la Franja de Gaza a través de imágenes satelitales. Las Naciones Unidas alertaron que más del 80% de las ciudades y pueblos de Gaza ya no existen. A pesar del cese de los ataques y bombardeos, la población gazatí deberá enfrentarse a una tarea sumamente dolorosa: rescatar los restos de quienes yacen bajo los escombros.

Asimismo, es muy difícil imaginar en estos momentos una Franja de Gaza sin Hamas, considerando que el grupo terrorista estuvo patrullando las calles de la Franja días después de la retirada israelí. En este sentido, es importante mencionar que muchos activistas palestinos denunciaron ejecuciones extrajudiciales llevadas a cabo por Hamas.

En los últimos meses crecieron los rumores sobre el supuesto apoyo que estaría brindando el gobierno de Israel a pandillas de Gaza cercanas ideológicamente a ISIS. El caos que se está desatando en la Franja no lleva a pensar en un gobierno exitoso liderado por tecnócratas internacionales.

Por si fuera poco, no se puede descartar una reanudación de las hostilidades a futuro. Desde los ataques del 7 de octubre de 2023, cada propuesta de alto al fuego se truncó después de algunas semanas.

Impacto regional, aislamiento israelí y el camino hacia una paz duradera

En cuanto a los actores regionales, los ataques aéreos de Israel a países árabes —Siria, Líbano, Qatar— llevaron a la Liga Árabe a coordinar acciones en conjunto para una defensa común. También es posible que la relación entre Turquía e Israel alcance un mínimo histórico en los últimos años.

Si bien la guerra llegó a su fin, Israel atravesó la crisis diplomática más profunda de su historia, con un aislamiento internacional sin precedentes.

Es importante recordar que el acuerdo impulsado por Trump está lejos de ser un acuerdo de paz con vistas a futuro al estilo de los Acuerdos de Oslo. Este es simplemente un cese al fuego sumamente frágil. Cualquier plan de paz a futuro debe consistir en la construcción de dos Estados —uno israelí y otro palestino— que convivan de forma pacífica en la región.

Para lograr dicho objetivo, es imperioso que Israel termine con su ocupación de casi 60 años sobre los territorios palestinos y que negocie con los sectores más moderados del lado palestino.

A pesar del pesimismo actual, es importante seguir creyendo en un Medio Oriente con paz y justicia para todos los pueblos.

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