Desde abril de 2023, los combates entre las Fuerzas Armadas Sudanesas y las Fuerzas de apoyo rápido ocasionaron la muerte y el desplazamiento de miles de personas. Importantes organismos internacionales como UNICEF, la agencia de las Naciones Unidas para la infancia, han alertado sobre las consecuencias irreparables que este conflicto puede tener para el futuro de este país africano.

La inacción y apatía de la Comunidad Internacional ante esta crisis pone de relieve, una vez más, la crisis extrema en la que se encuentra el sistema multilateral de negociación y cooperación. 

Sudán es un país ubicado en el noreste de África. Sus idiomas oficiales son el árabe y el inglés. Al igual que la mayoría de los países que componen este continente, Sudán fue colonizado por potencias europeas, en este caso el Reino Unido.

Su población se compone en parte de indígenas que hablan la lengua nilo-sahariana y descendientes de migrantes provenientes de la península arábiga. Esta diversidad demográfica se observa sobre todo en la diversidad lingüística y religiosa presente en el país. Se practica desde el Islam- religión mayoritaria- hasta el cristianismo y religiones animistas propias del continente africano. 

Luego de su independencia en los años 50, Sudán se sumió en una guerra civil que enfrentó a la parte norte del país, mayormente musulmana y la parte sur, donde las religiones predominantes son el cristianismo y las religiones animistas. 

A principios de este siglo se produjo un conflicto en la región de Darfur, ubicada en la parte norte del país. Nuevamente, las diferencias étnicas, religiosas y culturales se pusieron de relieve. Durante el conflicto de Darfur, se cometieron una gran cantidad de crímenes de guerra, contra la humanidad y genocidio. 

Cómo consecuencia de estos hechos, la recién creada Corte Penal Internacional condenó a Omar al Bashir, líder del país en ese momento. Al Bashir se convirtió en el primer líder en ser condenado por la CPI. 

Finalmente, en el año 2011 la parte sur del país se separó dando origen a Sudán del Sur, uno de los países más jóvenes del mundo y uno de los más recientes miembros de las Naciones Unidas. 

Volviendo al conflicto actual, el origen del mismo se encuentra, entre otros motivos, en la inestabilidad, pobreza y autoritarismo que aflige al país desde hace décadas. 

Si bien Sudán se presenta como una democracia representativa, a juzgar por los acontecimientos que tuvieron lugar en el país en los últimos años, queda claro que su forma de gobierno se aleja mucho del ideal de democracia liberal.

En resumidas cuentas, el enfrentamiento que comenzó hace casi tres años enfrenta al Ejército de Sudán con las Fuerzas de Apoyo Rápido, una milicia paramilitar que cuenta con el apoyo de varios actores de peso dentro de la Comuni Internacional como los Emiratos Árabes Unidos. 

De hecho, se cree que es gracias al apoyo de esta monarquía ubicada en el golfo pérsico que las Fuerzas de Apoyo Rápido pudieron cometer la mayor cantidad de violaciones a los derechos humanos. De hecho, hace unos meses Sudán denunció a los Emiratos Árabes Unidos ante la Corte Internacional de Justicia. 

El país árabe se desliga de estás acusaciones, pero Sudán está convencido de la contribución económica y logística de los Emiratos hacia las RSF.

El conflicto en Sudán es un ejemplo más de un conflicto en el continente africano signado por el colonialismo, las consecuencias del Imperialismo y la mala gestión de las potencias europeas, que construyeron países diversos en cuanto a religiones y cultura, pero que muchas veces incluían a etnias enfrentadas entre sí.

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