Tailandia atraviesa una crisis institucional de alto voltaje tras la suspensión de la primera ministra Paetongtarn Shinawatra por presuntas violaciones constitucionales. El hecho ha desencadenado protestas masivas, una ola de renuncias en su coalición y una creciente presión por parte de sectores militares para forzar una salida anticipada del gobierno.
Lo que podría verse como un conflicto interno tiene, sin embargo, consecuencias más amplias: afecta el equilibrio de poder en el Sudeste Asiático, socava la cohesión de la ASEAN y genera oportunidades de influencia para actores externos como China.
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Un epicentro regional en tensión
Tailandia no es un país más en la arquitectura geopolítica regional. Es miembro fundador de ASEAN, tradicional aliado de EE.UU. y receptor estratégico de inversión extranjera directa. Su ubicación conecta el Sudeste Asiático continental con el espacio marítimo indo-pacífico, lo que le otorga un valor geoestratégico considerable. Su lugar en el tablero como Estado “puente” le da un rol fundamental en las dinámicas de contención y proyección de poder de las grandes potencias.
La inestabilidad política, por tanto, no es una cuestión exclusivamente doméstica: implica un reacomodamiento en las relaciones bilaterales, compromete las capacidades operativas conjuntas con socios como EE.UU. y genera incertidumbre sobre la orientación diplomática de Bangkok en el escenario Indo-Pacífico.
Escenarios de debilidad institucional y oportunidades externas
La suspensión de Shinawatra, sumada a la reciente escalada verbal con Camboya por una llamada filtrada con Hun Sen, resalta una fragilidad institucional que pone en cuestión la resiliencia democrática del país. La teoría de la prospectiva estratégica, exige anticipar no un único futuro, sino una gama de escenarios probables y plausibles. Entre ellos, cabe destacar dos. Por un lado, la pérdida de centralidad regional generando que el vacío de liderazgo tailandés pueda ser ocupado por potencias regionales con mayor proyección en ASEAN, como Indonesia o Vietnam. Por otro lado, la captura geopolítica indirecta, pudiendo facilitar el aumento del “soft power” chino vía inversiones, diplomacia pública o propuestas de mediación, desplazando el eje Bangkok–Washington en favor de un acercamiento a Beijing.
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Fracturas en ASEAN y vulnerabilidad regional
La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) ha basado históricamente su poder en la estabilidad de sus miembros y el principio de no intervención. Pero las múltiples crisis —Myanmar, la militarización del Mar de China Meridional y ahora Tailandia— exponen las limitaciones de su consenso. Como apunta Amitav Acharya (2014), “la ASEAN se enfrenta a una presión sin precedentes para reinventarse como actor geopolítico efectivo”. La fragmentación interna tailandesa puede, además, comprometer ejercicios multilaterales de defensa, cooperación fronteriza y coordinación económica, erosionando la posición del bloque como interlocutor confiable entre Washington y Pekín.
Cerrando la idea…
Lo que ocurre hoy en Bangkok trasciende una mera disputa parlamentaria. Es reflejo de una tensión estructural que atraviesa a todo el Sudeste Asiático: una región que oscila entre aspiraciones
democráticas e inestabilidad política, entre el deseo de autonomía estratégica y la presión constante de las grandes potencias. En este contexto, la crisis tailandesa debilita la imagen de cohesión que ASEAN intenta proyectar y amplifica sus desafíos como bloque regional frente a la creciente rivalidad entre China y Estados Unidos.
Aunque los vaivenes institucionales no son nuevos en Tailandia, y su sistema político incorpora elementos singulares —como el rol moderador de la monarquía o la capacidad de intervención del poder judicial y militar—, la intensidad de esta crisis, combinada con un entorno geopolítico más competitivo, hace que sus efectos no puedan ser subestimados.
Cada episodio de debilitamiento interno se convierte, además, en una ventana de oportunidad para Beijing. A través de su diplomacia económica, su oferta de mediación regional o su rol activo en foros multilaterales, China avanza cuando otros retroceden. Por eso, la salida de esta crisis no sólo marca el futuro político inmediato de Tailandia, sino que también tiene su impacto en el tablero.





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