No, no son para verte mejor, son los de Mesut Özil, exfutbolista de ascendencia turca y nacido en Alemania, que desde inicios de 2025 se metió de manera oficial en la política del país que gobierna Recep Tayyip Erdogan como integrante de su partido, AKP.
¿Inmigrante o alemán?
Vale la pena aclarar que la diáspora turco-germana es tan característica como la ítalo-argentina, por la gran cantidad de personas que cuentan con ascendencia mixta y, como el caso de Özil, un nivel de doble nacionalidad.
La comunidad turca en Alemania se ha convertido, desde los ’80, en la minoría más grande del país, siendo además la mayor congregación de turcos fuera de Turquía. Se concentra principalmente en el estado de Renania del Norte, precisamente donde nació Özil. Su familia se afincó en la ciudad de Gelsenkirchen, distinguida por la industria del carbón, donde siempre fue bienvenida la mano de obra dispuesta a trabajos de carga pesada.
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Los turcos fueron parte del “milagro económico alemán” tras la Segunda Guerra Mundial, siendo parte del programa Gastarbeiter, que invitaba trabajadores ante la necesidad de repuntar las industrias germanas. Si bien la invitación era un contrato temporal, los trabajadores turcos terminaron quedándose por diversos motivos.
Así fue como la familia Özil llegó a Alemania, y generando el crecimiento deportivo de Mesut para florecer en Schalke 04, club histórico de la región de Westfalia. Su desempeño juvenil le valió la convocatoria en las categorías menores de la selección teutona, momento desde el cual rechazó representar al país de su familia a los 18 años.
Este sería un capítulo que marcaría su carrera, tanto fuera como dentro de la cancha. A pesar de elegir la selección alemana, el talentoso volante zurdo conservó la religión que caracteriza a la amplia mayoría de los turcos: el islam. Tal fue su devoción como musulmán, que ha llegado a ser expulsado en un derby español, luego de que un rival lo increpara por su religión.
A pesar de mantener su fe más vinculada a la tierra de su familia que a la natal, el rechazo a la selección turca le valió el resentimiento de los correligionarios. Y, finalmente, llegó a dejar de jugar para Alemania por la misma razón: persecución religiosa por parte de una porción de la sociedad, con arraigo organizacional en un actor conocido de la política alemana, AfD (Alternative for Detschland).
“Soy alemán cuando ganamos e inmigrante cuando perdemos” fue una de las frases con las que Özil se despidió de Alemania en prácticamente todos los sentidos, que acompañó a su renuncia tras las críticas recibidas por una foto con… Erdogan.
Así se fue construyendo la relación que hoy oficializa el nuevo capítulo de la vida de Mesut, lejos de las canchas, como parte del Comité Ejecutivo del partido Adalet ve Kalkınma Partisi, o de la Justicia y Desarrollo para nosotros. Pasó a integrar un selecto grupo de cercanos colaboradores del presidente turco, que lleva más de dos décadas en ejercicio.
Zurda alemana y derecha turca
Después de haber reservado la habilidad de su pierna izquierda para la nación alemana, decidió utilizar el otro lado para Turquía, relacionándose con los Lobos Grises, un grupo paramilitar y extremista. Una polémica que se desató tras conocerse que lleva el tatuaje de un lobo de color gris, acompañado por tres medias lunas, símbolo que representa a la agrupación y, que además, era la bandera de guerra otomana.
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Destacados, además, por su ferviente islamismo, estuvieron detrás del intento de magnicidio al máximo representante de la Iglesia Católica, el Papa, en aquel entonces Juan Pablo II. Actualmente, el grupo apoya a Erdogan y su representación electoral es MHP (Milliyetçi Hareket Partisi – Partido de Acción Nacionalista).
Resulta singular, al final, que se viera forzado al exilio de Alemania por las críticas desde sectores de ultraderecha, los mismos con los que se identifica en Turquía. Para entender un poco mejor la ecuación le escribí a Ceren, una amiga politóloga de Estambul, hoy radicada en Alemania.
Cuando los Gastarbeiter llegaron a Alemania a partir de los ’60, y efectivamente los turcos se enraizaron mucho más en el país que los demás trabajadores extranjeros, por reflejo crearon su propia comunidad. Este modus operandi es muy común de los pueblos de la zona, donde movilizan toda una cadena social, económica y cultural en el proceso migratorio. Es un ejemplo que también puede verse muy claro en las comunidades sirio-libanesas, también ex integrantes del Imperio Otomano.
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Para el caso alemán, me contó que existe un término que engloba no solo la situación de varios de ellos, sino su relación con ambas sociedades: Almanci. Viven en un país más liberal, con seguridad social, pero desde sus origines se vinculan e identifican con Erdogan. Pero, desde su tierra natal no se los reconoce como turcos, y los alemanes tampoco los aceptan completamente.
Özil responde, entonces, a un estereotipo de familia que han aprovechado las oportunidades que Alemania le dio en términos laborales, pero a partir de la región y la concepción familiar continuaron vinculados a Turquía y, desde luego, al comando conservador e islamista de Erdogan.
Aunque este grupo social pertenece a otras generaciones, ya que los jóvenes que actualmente viven en el exterior son uno de los focos de resistencia al presidente. Caracterizados por un secularismo y cercanía cultural al liberalismo, menores de 30 años como Ceren no encuentran ni un aspecto positivo en Erdogan, que además suele atacarlos con frecuencia.
Retornando a la vida de Özil, entonces, su cargo lo posiciona dentro de la mesa chica de Erdogan, ¿con potencial para seguir creciendo? Si bien no hay manifestaciones públicas sobre la voluntad del exfutbolista, el devenir de su vida tras el retiro de la actividad deportiva lo fue encontrando progresivamente más involucrado políticamente.
Luego de su renuncia a la selección alemana en 2018, continuó un año y medio más en el futbol inglés, hasta que, desde principios de 2020, decidió volver a Turquía, donde jugó intermitentemente por 3 años hasta colgar los botines y, rápidamente, y dejar las noticias deportivas para aparecer vinculado a las novedades del plano político.
La presencia de una destacada figura deportiva, globalmente popular por su paso por el Real Madrid y Arsenal de Inglaterra, apunta especialmente a acercar al partido con los jóvenes que le son más esquivos, especialmente en las ciudades más grandes del país y entre los turcos residentes en el exterior.
Por el momento, su posición dentro del gobierno se centra en la mesa chica de AKP, tras unas elecciones ajustadas en 2023, donde Erdogan ganó por una corta diferencia, puede aportar un potencial para crecer en sectores adversos de cara a 2028.
Con 36 años y los botines recién colgados, tiene un prometedor futuro para perseguir a George Weah, otrora goleador del Milán y ganador del Balón de Oro en 1995, que pasó de las canchas a la presidencia de su país, Liberia.
¿Una estrategia electoral o una verdadera vocación política? Se verá si se trata de otro famoso que se involucra como parte de un armado marketinero o si realmente está preparado para esta responsabilidad.
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Para el cierre, vamo’ a jugar… ¿Qué exfutbolista tiene potencial para seguir los pasos de Özil tras su retiro?





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