“Porque es humano. Porque uno lo puede tocar, porque uno lo puede abrazar. Yo al otro le tuve que besar el anillo.” Así describió alguna vez un ser divino a Jorge Bergoglio, ya transformado en Francisco I.

Toca el turno de presentar el último newsletter de Politólogos al Whisky que sale a la cancha en esta nueva etapa: El Whisky No Se Mancha, para pelotear sobre la longeva e intrincada relación entre el deporte y la política.

Un mezclado con algo de coyuntura global, religiosa y argentina para entrar en calor: del Papa argentino (y futbolero) que pasó a la eternidad, al entrante Robert Prevost, las marchas de los jubilados frente al congreso y la irrupción de los hinchas del futbol argentino. La bandera a cuadros, desde Imola, es portada por Franco Colapinto.

Francisco de Flores y Boedo

Una de las características personales más conocidas de Francisco era su fanatismo por un santo: San Lorenzo de Almagro. Uno de los grandes de nuestro país que, justamente, le debe su fundación a un sacerdote, Lorenzo Massa, quien ofreció un pedazo de tierra detrás de su capilla a un grupo de jóvenes entusiastas para que no corran peligro jugando al fútbol junto a unas vías.

Ya como Papa, por ejemplo, Francisco promovió el Partido Interreligioso por la Paz en los primeros meses de su papado, una iniciativa que reunió a estrellas del mundo del futbol en el Olímpico de Roma en un partido amistoso que respaldaba los proyectos de Scholas Occurrentes, una red de escuelas pensada por el mismo Bergoglio desde sus tiempos de arzobispo en Buenos Aires. 

Por el momento, tuvo tres ediciones: 2014, 2016 y 2022, donde se destacaron la participación de futbolistas y exfutbolistas de diversas religiones. En 2014, fue cuando Diego Armando Maradona dejó la frase que abre este boletín. En 2016, tuvo lugar el famoso intercambio no tan amistoso entre el Diego y Juan Sebastián Verón. Y el último, homenajeó al diez tras su paso a la eternidad.

En esta tercera edición, estuvieron presentes cinco hijos de Diego: Dalma, Giannina, Dieguito Fernando, Jana y Diego Junior, que se puso los botines, al igual que Lalo, hermano del astro, y Benjamín Agüero, el nieto. Que esta haya sido una de las primeras iniciativas de Francisco, y haya calado tan hondo en el futbolista más importante que ha pasado por esta tierra, marcó un poco esa relación natural e intrínseca entre el Papa y la pelota.

Tras su fallecimiento, Cherquis Bialo aseguró que Francisco fue clave en el desenlace de la vida familiar de Diego en su última década de vida. 

Maradona es este newsletter, no solo por la frase que le dio nombre, sino porque fue la expresión deportiva más política que jamás ha existido. Acompaño el deseo de todos los que alguna vez creímos que el deporte es mucho más que un juego: Justicia por Diego.

El Sucesor

En este mes se confirmó quién heredará el puesto de Francisco: Robert Prevost, cardenal estadounidense de nacimiento y peruano por adopción, asumió como León XIV. El Sumo Pontífice solo abandonó el idioma italiano en su alocución para saludar, en español, a su “querida diócesis de Chiclayo”.

Como datos de color de su relación con el país andino, existen algunos archivos que lo relacionan a Alianza Lima, el club que hoy dirige Néstor “Pipo” Gorosito, ídolo de San Lorenzo. Además de esta conexión con Francisco, se popularizó la historia de San Lorenzo de Chiclayo, equipo de la ciudad del norte de Perú que le rinde homenaje a su par argentino.

Prevost, confeso fanático del tenis, fue celebrado por su nombramiento durante el Master 1000 de Roma, que está finalizando hoy. De hecho, durante la semana, recibió al primer deportista: Jannick Sinner, el italiano N°1 del ranking ATP. 

El deporte blanco ya se había asomado por el Vaticano bajo la raqueta de Novak Djokovic: uno de los tenistas más ganadores de todos los tiempos fue un confeso devoto de Francisco, al punto de asociarse a San Lorenzo en su honor.

Resta conocer qué lugar tendrá el vínculo del deporte y el Vaticano, que llegó probablemente a su punto más álgido con Francisco, durante el papado de León XIV.

¿Arranca o no arranca?

Hace poco, un amigo español que comparte la pasión por la relación entre el deporte y su impacto social, me preguntó cuáles eran las hinchadas más organizadas de mayor participación política en Argentina.

No supe bien qué responder, no porque los clubes o los hinchas, a través de acciones colectivas, no apoyen causas sociales, o porque hinchadas (o barras) no participaran de actos políticos, sino porque el nivel dista mucho de la participación política de hinchadas europeas en los términos que él me preguntaba.

Son conocidas las inclinaciones, y acciones, de hinchadas como las de Rayo Vallecano en España y Sankt Pauli en Alemania, como también las características de integrantes de las curvas de Lazio en Italia. Esto se refiere a expresar claramente posicionamientos políticos e ideológicos al mismo tiempo que se identifican como hinchas de un club de futbol.

Lo que pasó en marzo y abril en las marchas al Congreso Nacional, que congregan especialmente a jubilados, se expresó en ese sentido. Tanto fue así que hasta los propios clubes se expresaron.

La polémica, en realidad, giró en torno a la calificación de barrabravas o “hinchas genuinos”. El primer término, que en general evoca violencia y se suele despegar un poco de las características de fidelidad y pasión que describen al hincha del futbol argentino, fue utilizado en términos peyorativos para desvalorizar o desvincular la organización de las hinchadas.

La batalla, finalmente, fue semántica. ¿Por qué solo un barrabrava podría participar, bajo la identificación de un club, de una protesta popular en contra del gobierno? 

Cuando se viralizó la imagen de Carlos, jubilado hincha de Chacarita, en una de las habituales marchas el último miércoles de febrero, se desencadenó una organización que terminó uniendo al fútbol y los jubilados. Enseguida, los medios comenzaron a hacerse eco del apoyo concreto de hinchas, o barras, de Chaca.

Tras esa primera asistencia premeditada bajo la identificación puntual, se profundizó la organización de la marcha del miércoles 12 de marzo, a la que se sumaron hinchadas de otros clubes de la zona AMBA, que terminó con incidentes de público conocimiento, de los que aún se recupera Pablo Grillo, fotógrafo baleado por la policía en un caso de abuso de fuerza y poder.

¿Fueron realmente hinchas autoconvocados o barras bravas? Este hecho, que podría afirmar la violencia recurrente, también podría marcar un punto de inflexión en la relación sociopolítica del fútbol en el país.

Para empezar a plantear posibles respuestas primero hay que establecer una diferencia ¿Qué es ser un barrabrava? ¿Qué sería ser un “hincha genuino”? El término “barrabrava” fue acuñado por primera vez hace 100 años, por el Diario Crítica en febrero de 1925: la vieja década del ‘20 dejó los primeros episodios de violencia en el fútbol y, desde allí, tanto la organización en torno a ellos como su premeditación y su frecuencia se han afirmado como algo recurrente en Argentina.

Durante este siglo, tanto las dinámicas de comportamiento como la normalización de los hechos de violencia han construido un ambiente proclive a ella. La consolidación del “otro” como el enemigo, no solo a vencer, sino a herir o “matar”, como bien se escucha frecuentemente en el cancionero popular de casi todos los clubes del país.

Ahora bien, más allá de la rivalización al extremo, también entra en juego la identificación, la ponderación del carácter representativo del club para la vida de un hincha. El orgullo de pertenecer, de compartir ese espacio de tribuna o de club con semejantes, es un factor determinante para entender como una persona, sin necesidad de recibir órdenes ni algo a cambio, asiste a un evento en calidad de hincha de, y no solo como ser humano.

Pensándolo de la manera más simple: ¿cuántas personas realizan actividades que exceden ver o jugar un partido de futbol con la indumentaria de un club que lo representa? La organización de un conjunto de personas identificadas por los mismos colores no requiere, por consecuencia, ser parte de la barrabrava.

Pablo Alabarces, Doctor en Sociología e investigador especializado en culturas populares, escribió “El ‘aguante’: una identidad corporal y popular” junto a José Garriga Zucal, en donde a partir de analizar la composición de una hinchada, deja una conclusión de abordaje:

La pertenencia social de los miembros de la “hinchada” es variada. En el mismo grupo conviven sujetos que pertenecen a la clase media y a los sectores más bajos. [1]

En ese sentido, pertenecer es, ante todo, un elemento igualador. Más lo es aún en este caso, donde se amplía el espectro y se habla de hinchadas organizadas que conviven dentro del mismo evento social: jóvenes, jubilados, trabajadores, estudiantes, desempleados, con mejor o peor posición socioeconómica.

Ellos son hinchas, y se identifican como tales a través de sus colores, no porque sean representantes de los clubes sino porque los clubes los presentan de igual a igual con su par. Carlos, con su camiseta de Chacarita, se unió con algún joven con la camiseta de Nueva Chicago, un histórico rival de Chaca. De hecho, los mismos rivales se felicitaron durante la marcha.

Francisco, que siempre pensó al deporte como un espacio de unión y noble expresión del espíritu de la humanidad, dijo:

“El deporte es una herramienta para comunicar los valores que promueven el bien de la persona humana y ayudan a construir una sociedad más pacífica y fraterna. Pensemos en la lealtad, la perseverancia, la amistad, el compartir y la solidaridad.” [2]

A pesar de que el tema salió un poco de la intensa diaria que abordan (en un trabajo de alto riesgo) mis compañeros de Poli, no quería dejar pasar este punto para destacar que esta organización fue un punto novedoso y que, sobre todo, no se trató de barrabravas, sino de laburantes o “gente común”, como vos, como yo, que encuentra en sus colores la representación de su vida a través de un espacio que es capaz de compartir.

Esta primera edición terminó un poco tirada de los pelos por algunos desórdenes tácticos, pero con algunos centros a la olla nos llevamos algo para seguir vivos. En la próxima, ya estructurados, nos encontramos con un tema consolidado para analizarlo de lleno.

Antes de cerrar, un picadito más: Franco Colapinto volvió a la Fórmula 1 hoy en Imola, el circuito más político de la gira anual, marcado por la muerte de Ayrton Senna, quizás el último gran exponente sudamericano en la máxima categoría automovilística.

¿Por qué? Antes de la carrera, el brasileño reclamó mayores medidas de seguridad para los pilotos tras el accidente de Roland Ratzenberger, quien murió solo un día antes que su colega. Dos muertes en un fin de semana. En aquel momento, los directivos se excusaron: the show must go on. Claro, siempre hay cuentas qué rendir.

Mientras tanto, a pesar de mis limitadas habilidades para ello, me muestro para tirar alguna pared con quienes reciben este correo y quieran proponer análisis puntos donde el deporte y la política se sientan a compartir un whisky.

Ahora sí, güle güle, y nos vemos en dos semanas… 👀

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