Artículo escrito por Tomás Leguizamón

No es sorpresa para nadie que el gran crecimiento experimentado por la República Popular de China durante el último siglo haya generado más de una mirada de preocupación a lo largo de occidente, desde la sala oval en Estados Unidos hasta el Parlamento Europeo en Bruselas. Casi pareciese que de lo profundo de las aguas del Pacífico hubiese emergido un gigante dormido que ahora pretende extender sus brazos para tomar el mundo entero. Sin embargo, ¿Es este realmente el caso con China?

Para poder comprender la posición que este Estado toma en la actualidad no solo en el conflicto del mar meridional, sino además en sus relaciones con el mundo, por lo que es necesario conocer un poco de su historia. China, bajo el liderazgo de Deng Xiaoping, había optado por una política de desarrollo puertas adentro, centrando su crecimiento en la exportación de bienes manufacturados, la inversión en infraestructura y en mantener su zona de influencia a nivel regional. No obstante, este programa tuvo un fuerte viraje luego de la crisis económica del 2008 luego de que los tres objetivos del plan Xiaoping prosperidad, estabilidad y poder se volviesen insostenibles, es por esto que su sucesor Xi Jinping quien asumió el poder como Secretario general del Partido Comunista de China en 2013 decidió que era momento de abrir las puertas de la nación china al mundo. 

Comenzando así una transición hacia la apertura, que implicó una mayor presencia de China en una amplia gama de sectores. A nivel tecnológico se inició un proceso de innovación y desarrollo en nuevas tecnologías lo que le permitiría situarse como un líder mundial en el desarrollo de tecnologías de la comunicación 5G, además el gobierno chino comenzó un campaña para dar a conocer su nación y cultura al mundo, en cuanto al nivel económico y gracias al desarrollo de nuevas tecnologías China pudo abocar sus esfuerzos al comercio de manufacturas más complejas y a la exportación de servicios a nivel mundial, por último a nivel político se comenzó con un proceso de acercamiento a la comunidad internacional que le permitiese no solo crear nuevos lazos bilaterales con países de occidente, sino además expandir su zona de influencias a regiones como América del Sur y África, quienes hoy en día proporcionan los principales suministros en materia prima que el país necesita para continuar su desarrollo. 

Entender este proceso histórico transitado por la República Popular de China durante las últimas décadas es la clave para entender por qué el Mar Meridional es tan trascendente en las mesas de discusión estratégicas del país de oriente y qué relación tiene este conflicto territorial con el nuevo rol que China está intentando tomar en el escenario internacional.

El conflicto del Mar Meridional de China es una disputa territorial que existe hace ya más de 60 años. Esta comenzó luego de la Segunda Guerra Mundial, cuando Japón fue obligado a devolver los territorios que había conquistado, dentro de los que se encontraba el hoy disputado Mar Meridional y los archipiélagos que este contiene. No paso mucho tiempo para que los países que circundaban este territorio marítimo reclamasen una porción de las aguas para sí mismos. En la actualidad algunos de estos reclamos se limitan a las 200 millas náuticas que conforman la zona económica exclusiva establecida por la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, como por ejemplo Malasia, Brunéi, Vietnam y Filipinas. Sin embargo, existen otros países como China y Taiwán que reclaman casi la totalidad de este territorio, alegando el uso histórico que sus pescadores les daban a los archipiélagos como puntos de descanso. 

No es una novedad que todos los países que rodean este territorio quieran una parte del mismo, ya que estas aguas en su superficie son ricas en recursos pesqueros, mientras que en su lecho marino yacen grandes reservas de gas natural y petróleo. No obstante, ¿Son realmente los recursos naturales lo único que China busca de este territorio?

A pesar de que los recursos naturales resulten de gran utilidad para un país que año tras año tiene una elevada tasa de crecimiento, estos recursos son la última de las preocupaciones que el Estado tiene sobre este territorio. El verdadero valor de estas aguas radica en la oportunidad que las mismas brindan a China para convertirse en un actor global verdaderamente titánico. Esto se debe a que aproximadamente un tercio del comercio mundial utiliza esta vía marítima cada año para reducir costos en transporte. Se estima que cada año transitan por estas aguas más de 7.400 millones de dólares en mercaderías y combustibles fósiles. 

Esto quiere decir que hacerse con el control de esta zona estratégica permitiría al gobierno chino dar un gran paso hacia delante en su objetivo de convertirse en un actor Internacional con verdadera presencia global.

Es por esto que no es de extrañar que ante el gran crecimiento experimentado por el país de oriente en las últimas décadas y la creciente presión ejercida por este sobre el escenario internacional, que más de un país se sintiese amenazado por tal expansión. En especial aquellos que sostienen el poder en el escenario internacional actual, como por ejemplo Estados Unidos. 

Es debido al temor a China convirtiéndose en el próximo gran líder mundial, relegando a los demás países y en especial a Estados Unidos en su rol hegemónico dentro de un sistema de poder que todavía sostiene marcadas características unipolares. Que los países de occidente, liderados por Estados Unidos, hayan tomado acción bajo la premisa de defender los derechos de libre navegación de las aguas con iniciativas como las Operaciones de Libertad de Navegación (FONOPs), es una muestra cabal de lo antedicho.

Por último es importante entender que China no está en búsqueda de la dominación mundial o de hacerse con el control de occidente como muchos autores creen, China más bien pretende establecerse de manera firme y permanente en el sistema internacional desde una posición que le permita actuar como contrapeso ante el gran poder que representa Estados Unidos, llevando así al sistema internacional a un estadio más equilibrado donde no sea solo uno el “leviatán” quien toma las decisiones que determinan el rumbo del mundo 

En conclusión el conflicto del Mar Meridional de China se configura no sólo como una disputa territorial, sino además como un punto clave para la conformación de este nuevo escenario internacional. Lo que verdaderamente refleja este conflicto por el control y acceso a estas rutas marítimas son las intenciones del gigante asiático de re-configurar el orden global. Desafiando así la hegemonía unipolar que sostiene Estados Unidos, abriendo así paso a un sistema internacional más equilibrado de características multipolares.

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