El pasado martes 16 de julio, el presidente Javier Milei decidió disolver la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) y reinventar la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) como el “órgano rector del Sistema de Inteligencia Nacional (SIN)”, volviendo a llevar el nombre que tuvo hasta 2015, cuando fue disuelta por el kirchnerismo. La medida fue comunicada este martes a través de los Decretos 614 y 615. La disposición de la misma reagrupará ahora 4 nuevas agencias “creadas con el fin de transformar y modernizar el sistema de inteligencia”.

La tarea fue encomendada a Santiago Caputo, como delegado de confianza del presidente y su asesor, que había quedado a cargo de la transformación de la agencia desde que Silvestre Sívori, que respondía al ex jefe de Gabinete, Nicolás Posse, fue expulsado del mando de los servicios, desde que se lo acusó por un supuesto espionaje interno de algunos ministros por orden de su jefe. Acusación que nunca fue confirmada pero tampoco desmentida por el oficialismo, que, por otro lado, no presentó ninguna denuncia formal hasta ahora

No obstante, las críticas a las nuevas medidas tomadas por el gobierno no se hicieron esperar. La SIDE como órgano estatal no solamente hace reminiscencia de un pasado divagante y algo tumultuoso, sino que también los mismos funcionarios selectos por el actual gobierno están relacionados directa o indirectamente con el menemismo.

Juan Bautista «Tata» Yofre, secretario de Inteligencia del Estado entre 1989-1990 y Alejandro Walter Colombo, un exdelegado de la SIDE en Roma durante el menemismo, que la administración Macri había intentado volver a poner en el mismo lugar y luego se negó. Por otro lado, el comunicado del presidente coincidió con el 30º aniversario del atentado a la AMIA, cuya investigación se vio embarrada principalmente por el papel nefasto que jugaron los organismos dedicados al espionaje. Dentro de estos actos, se confirmó que la SIDE fue la responsable del escándalo por el pago de sobornos para la desviación de la investigación, y por ese motivo el Estado argentino se comprometió ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a transparentar los fondos “fantasma” reservados de Inteligencia

La SIDE había dejado de funcionar con ese nombre en 2001, para crear la Secretaría de Inteligencia, que funcionaría hasta 2015, luego la AFI sería ideada durante el segundo Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner tras la muerte del fiscal Alberto Nisman. Un año antes, Fernández de Kirchner decapitó al organismo y despidió a quien había sido su titular por 34 años, Jaime Stiusso.

La Agencia sería luego intervenida durante el mandato de Alberto Fernández, quien decidió reubicar sus fondos reservados y limitó las facultades del organismo para realizar investigaciones criminales y tareas represivas. En los últimos comunicados oficiales, el gobierno restituye la autoridad de la SIDE y además explicita que la AFI “fue utilizada para actividades espurias como el espionaje interno, el tráfico de influencias y la persecución política e ideológica”, y que el nuevo sistema “permitirá la consolidación de una visión estratégica y moderna que garantizará el balance entre las distintas agencias, alejando cualquier interés personal, partidario o contrario al engrandecimiento de la Patria”. 

Esta nueva metodología que propone el libertario estará a cargo de Sergio Neiffert, hombre de confianza de Santiago Caputo, y dependerá directamente del presidente. Esta tendrá control operativo de cuatro agencias “creadas con el fin de transformar y modernizar el sistema de inteligencia, promoviendo la excelencia y el profesionalismo en el desarrollo de sus tareas”, según sostuvo el gobierno. A su vez, la SIDE, tendrá a su cargo la coordinación operativa y el control presupuestario de la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal (DNIC) y de la Dirección Nacional de Inteligencia Estratégica Militar (DNIEM), dependientes del Ministerio de Seguridad y del Ministerio de Defensa, respectivamente.

Estas 4 áreas comprenderán tareas de seguridad interior, defensa, tecnología y auditoría integral de todo el sistema: Servicio de Inteligencia Argentina (SIA) a cargo de Alejandro Walter Colombo; Agencia de Seguridad Nacional (ASN) a cargo del Comisario General retirado Alejandro Pablo Cecati; Agencia Federal de Ciberseguridad (AFC) a cargo de Ariel Waissbein y finalmente la División de Asuntos Internos (DAI). 

En la brevedad, la información sobre el desarrollo del nuevo (¿o viejo?) organismo en la praxis será ínfima, aunque se confirmó en este último tiempo que el presidente decretó una partida presupuestaria compuesta de una suma de $100.000 millones de pesos destinados a la Secretaría para su fortalecimiento, además de establecer el carácter reservado de estos mismos fondos. No obstante, ahora el gobierno de Javier Milei tendrá la explícita tarea de revisar arduamente el desempeño de los “veteranos del espionaje” en sus altos cargos, confiando obstinadamente no solo en estos pioneros, sino también en los mismos que propusieron sus nombres. La nueva SIDE, en este cuento de “si te he visto no me acuerdo” se juega una vez más la seriedad y la legitimidad de su nombre y sus agentes.

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