La guerra en Ucrania disparó múltiples preguntas, algunas podrían responderse en el corto plazo, ya que son observables, como el aumento de precios de alimentos y de energía, mientras que otras carecen de un futuro claro. En la primera parte del artículo se hará  foco brevemente en la historia de la relación entre Rusia y Ucrania con el objetivo de entender las bases del conflicto, para desde allí acercar las posibles causas de la actual guerra, que de alguna forma están directamente relacionadas con el pasado reciente, esto es, vestigios de la Guerra Fría, las protestas del pueblo occidental ucraniano, y el momento de Rusia, que se traduce en su objetivo de retomar un protagonismo perdido. En la segunda parte, se analizará las consecuencias que podrá dejar la guerra, en sus principales protagonistas y en el sistema internacional. Cabe aclarar, que si bien Rusia efectuó una incursión que puede ser vista como invasión, la intención es analizar el conflicto desde una visión holística que nos rescate de la simple concepción de cada elemento.

Un poco de Historia

Aunque desde hace siglos la religión cristiana ortodoxa sirvió como agente de cohesión y como fundamento de una alianza por conveniencia ante las presiones de sus vecinos, ambos pueblos convivieron entre el recelo, el miedo y la ambición rusa.

La identidad ucraniana fue duramente golpeada en las primeras décadas de vida de la URSS. El poder central trató por todos los medios de “rusificar” lo más posible la nación ucraniana, derrumbando todo simbolismo identitario y espíritu nacionalista. Una vez caído el muro de Berlín y con ello el fin de la Guerra Fría, Ucrania recobró la independencia  bajo un incipiente régimen democrático.

Tras la independencia de Ucrania, se firmaron acuerdos entre este país y Rusia que consistieron principalmente en garantizar cuestiones fundamentales para la seguridad de ambas naciones, en tal sentido, uno  de los pactos más importantes fue el que establecía que Rusia aceptaba la independencia y la inviolabilidad soberana de Ucrania. Es a partir de estos momentos cuando comienza a fraguarse las futuras intenciones rusas, justificadas, a su entender, por una traición occidental. Esa traición se refleja en los intentos de expansión que tuvieron desde un principio la Unión Europea y la OTAN hacia un área de influencia que, según Rusia, no les incumbe.

Ucrania, luego de salirse de la URSS, jugó un papel regional ambivalente con diferentes tipos de gobiernos, algunos orientados hacia el oeste y otros hacia el este. Parte de esto se apoya en que Ucrania padece hasta el día de hoy una fragmentación interna, dada por sus dos civilizaciones, la occidental y la eslavo-ortodoxa. Pero algo es claro, Ucrania jamás se consideró parte de Rusia. Ucrania reconoce su identificación histórica con el Imperio zarista y con la URSS, pero nunca con Rusia.

Las causas: vestigios de la Guerra Fría, las protestas del pueblo occidental ucraniano, y el momento de Rusia

Vestigios de la Guerra Fría

El marco de la Guerra Fría estuvo signado por la búsqueda de contener al bloque opuesto estableciendo zonas de influencias. Estados Unidos debía encargarse de que él este no configure grandes alianzas, que de abroquelarse, puedan ser una real amenaza para occidente. Una vez finalizada esta etapa clave del siglo XX, el surgimiento de un mundo unipolar requería monitoreo por parte de Estados Unidos y una reinterpretación del mapa euroasiático.

. Sobre Rusia y Ucrania, el experto en seguridad estadounidense Zbigniew Brzezinski escribió en su obra “El gran tablero de ajedrez”: “Sin Ucrania, Rusia deja de ser imperio, mientras que, con Ucrania, sobornada y posteriormente subordinada, se convierte automáticamente en una gran potencia mundial” (Brzezinski, 1997, p.106). En síntesis, Ucrania representa el puente para la penetración occidental en territorio de interés ruso.

Ucrania supone para Rusia un enclave geopolítico y geoestratégico con valor económico, político y de seguridad. Si pensamos en términos históricos, la geoestrategia pasada y presente de Rusia se ve en su misión por contar con un interior suficientemente articulado y fuertemente integrado, y para este plan, Ucrania es el pilar principal. Si nos dejamos llevar por las ideas expansionistas, no sería nada extraño sospechar que tras Ucrania podría sobrevenir una ofensiva rusa sobre Moldavia, ex república soviética que cuenta con un gobierno pro europeísta, pero por el momento tenemos suficiente con la presente guerra que parece no tener fecha de vencimiento.

Las protestas del pueblo occidental ucraniano

La Revolución Naranja en 2004, generada a raíz del escandaloso fraude electoral de ese mismo año, en la que el candidato Víktor Yanukóvich obtuvo la presidencia del país, llevó a múltiples acciones de protesta social. Sin embargo, una segunda vuelta fue posible. El ganador en este caso fue Viktor Yushchenko, con alineación hacia la Unión Europea y la OTAN pero con cierta determinación nacionalista. Una vez más, los escándalos por corrupción no tardarían en llegar para empujar a Ucrania nuevamente hacia una espiral de incertidumbre política, social y económica.

Los miles de personas que manifestaron su deseo de pertenecer a la Unión Europea en Kiev hace ya diez años, evento conocido como Euromaidán, fueron actores ineludibles en el análisis del conflicto entre Ucrania y Rusia. La aspiración de ser parte de una Europa que asegure prosperidad y un tipo de vida a lo occidental, chocó con la decisión del presidente Víktor Yanukóvich de renunciar a la idea de que Ucrania se incorpore la Unión. La concatenación de acontecimientos trajo la renuncia del presidente, la anexión de Crimea por parte de Rusia y una revitalización prorrusa dentro de la propia Ucrania, que serviría como instrumento y punta de lanza para  una guerra premeditada y planificada desde el Kremlin.

Tanto Crimea, como el este de Ucrania, más específicamente la región del Donbass, compuesta por Donetsk y Lugansk, se destacan por su gran población rusa, la cual Putin pretende defender de las medidas represivas del gobierno ucraniano. Los rusos en esta región son víctimas, según Putin, de un intento de limpieza étnica. Las declaraciones del presidente ruso al respecto no hacen más que incitar la posibilidad separatista, dentro de un pueblo que es utilizado como instrumento geopolítico.

El momento de Rusia

Frente a un mundo cada vez más incierto, con reglas incumplidas, Moscú busca relanzar a corto o mediano plazo una mega alianza con las ex repúblicas soviéticas como un contrapeso a la Unión Europea. Las características que posee la política exterior rusa desde principios de milenio, que tiene en el multivectorialismo su guía práctica para llevar a cabo sus intervenciones políticas, militares y económicas, permiten ver cómo los problemas que atraviesa Rusia hoy en día se siguen relacionando principalmente con su influencia en el Cáucaso, Medio Oriente y las ex repúblicas soviéticas que, tras el fin de la URSS, se encontraron en un mundo nuevo, pero a merced del apoyo y asesoramiento externo por sus cuantiosos recursos. La razón de ser de la Organización de Cooperación de Shangai tiene directa relación con las disputas por el total dominio y control de los recursos energéticos que siguen resultando fundamental para el crecimiento económico mundial. Las implicancias geopolíticas de la organización es un claro intento por contrarrestar el poder estadounidense en el collar que rodea a Eurasia.

Rusia quiere demostrar que un mundo multipolar es posible y necesario, y al mismo tiempo entiende que puede ocupar el vacío dejado por Estados Unidos después de lo que fue la guerra en Irak, en cuanto a la propia posibilidad de avanzar declaradamente sobre territorios soberanos. Putin se ha manifestado en contra de un mundo unipolar y reinterpreta a su favor la profundización del carácter anárquico del sistema. Para el presidente ruso, un mundo unipolar representa el despojo de la presencia rusa en el mundo.

Consecuencias de la Guerra en Ucrania

Reflexionar acerca de las consecuencias del conflicto nos obliga a pensar en las distintas variables o aristas con las que podemos desglosar distintos caminos prospectivos. Desde el plano económico, Ucrania es el paso hacia Europa gracias a sus gasoductos, en los que circula la mitad que Rusia vende al continente, por lo que tener el control de estos se traduce en una poderosa arma económica. Ucrania, además, cuenta con una de las tierras más fértiles de Europa, lo que la ubican como uno de los mayores productores de cereales del mundo. El Acuerdo del Mar Negro, conocido también como Acuerdo de granos, al que Rusia abandonó en julio del año pasado, es un pacto negociado en el que se garantiza la seguridad del paso de cargueros de granos provenientes de Ucrania hasta el estrecho del Bósforo en Turquía. El acuerdo no solo aseguraba la llegada de alimento a África, sino que también contribuía a estabilizar los precios a nivel global. El abandono de Rusia implicó el bloqueo y la limitación de la proveeduría ucraniana hacia el mundo.

En cuanto a las consecuencuas de índole política y social, se vuelve sumamente interesante el planteo de Granados (2007) acerca de si la fractura civilizacional dentro de Ucrania tenderá a disminuir o a ir en aumento. Esta pregunta toma relevancia si le agregamos el contexto de la guerra, entonces, ¿aumentarán los fundamentalismos nacionalistas de los ucranianos y de los prorrusos?, a simple vista todo parece indicar que los segundos no necesitan de más extremismo porque existe todo un aparato desde Moscú dispuesto a darle apoyo. Rusia está y estará atenta a toda división social que pueda ser significante para su plan geopolítico. La encrucijada ucraniana entre lo que es y quiere ser está sujeta y esclavizada a su posición geográfica y a la agresiva política exterior del este.

Rusia no busca aplastar por completo con Ucrania, puesto que la población civil no es el enemigo. Como señala Camargo Fernández (2022), para Putin, el enemigo real es el gobierno ucraniano que castiga al eslavo-ortodoxo, por esta razón, no se requiere de una guerra interestatal, únicamente es necesaria una «Operación especial» en un suelo que es percibido como propio. 

Un poco de actualidad

Si hacemos referencia a lo estrictamente militar, Rusia pisa y avanza lentamente, los tiempos del Blitzkrieg ya pasaron. La situación actual sigue encontrando a Ucrania en una posición defensiva y a Rusia en una posición ofensiva y de despliegue en distintos frentes, que obligan a las fuerzas locales a reclutar reservas desesperadamente. Desde Washington, llegaron a criticar la estrategia militar ucraniana. Para los expertos de Estados Unidos, la estrategia de tener dos frentes abiertos resta capacidad ofensiva. Es decir, en lugar de centrar sus fuerzas en cortar las líneas de suministros rusas en el sur, con el fin de desconectar a Rusia de Crimea, los altos mandos ucranianos decidieron dividir sus fuerzas entre el este y el sur. Estados Unidos quiere ver bloqueadas las posibilidades rusas en el Mar Negro lo antes posible, y presiona a la cúpula militar local a reunir todo su poder para alcanzar ese objetivo. 

Pero Ucrania padece la falta de reservas en materia de recursos humanos. Cuando Ucrania logró salirse de la URSS, la incertidumbre social, política y económica hicieron que los índices de natalidad bajaran considerablemente. La independencia significó una catástrofe demográfica. Reclutar jóvenes se vuelve complicado, porque los existentes serán necesarios para la Ucrania de las próximas décadas. Llevarlos a la guerra hoy implica quedarse sin un futuro posible a la vista. El aspecto demográfico demuestra que la ayuda del poder militar occidental no solo se relaciona con las municiones.

Para la OTAN, Rusia llevó a cabo lo que se conoce como “Guerra Híbrida”, esto es, emplear distintos instrumentos, con actores estatales y no estatales y utilizar diversas estrategias y tecnologías. De la misma manera, se incluyen ataques contra sistemas informáticos de seguridad y objetivos financieros. Se sabe que toda guerra es un lobby financiero y bazar de armas, ya que muchas empresas armamentísticas ven aumentados el valor de sus acciones de manera exponencial. Esto es lo que define en cierto modo el real apoyo de occidente a Ucrania junto con la política exterior que lleven a cabo sus principales potencias. Las elecciones presidenciales de Estados Unidos que se celebrarán este año serán importantes para definir en que condiciones de dará esa ayuda, si es que se brinda.

Bibliografía utilizada 

-Granados, Javier (mayo de 2007). “Ucrania, un estado y dos civilizaciones”. Recuperado el 1 de septiembre de 2023. https://www.ucm.es/data/cont/media/www/pag72527/Granados14.pdf 

-Camargo Fernández, Laura (junio de 2022). “Retórica, propaganda e identidad en la invasión de Ucrania. El antifascismo como argumento en los discursos de Putin y Zelenski”. Recuperado el 2 de septiembre de 2023. https://www.researchgate.net/publication/361493883_Retorica_propaganda_e_identidad _en_la_invasion_de_Ucrania_El_antifascismo_como_argumento_en_los_discursos_de _Putin_y_Zelenski 

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