Culpas, fuego cruzado, acusaciones, ilusiones y desilusiones. La ¿sorpresa?, de la ratificación de Javier Milei como una de las claras opciones para alquilar por 4 años el sillón de Rivadavia debería traer más reflexiones que reacciones. Y no, no en la gente.

Sordos por conveniencia

Aunque sea difícil precisar dónde está la cola de la serpiente, hay un cascabel que nunca dejó de sonar durante la carrera presidencial. “La casta” se construyó como un concepto en sí mismo, que permitió poner fácilmente en veredas opuestas a todo el sistema político y a los dos partidos más poderosos contra un rival único y diferente: Milei.

A pesar de que no se hayan delimitado los requisitos para acreditar el carnet de miembro de La Casta, e incluso se haya difuminado un poco cuando el mismo Milei excluyó del club a un político con 14 años de función ininterrumpida, el término tomó forma por sí mismo y cumplió a la perfección su función semántica: todos ustedes contra mí solo.

La Casta, entonces, entendida por los Kirchner, los Larreta, los Santilli, los Kicillof y demás, se dedicó a rebajar o rebatir las propuestas, a veces más o menos distópicas, de Milei. Se dejaron poner la etiqueta en un contexto en que, con años de estancamiento y otros tantos de caída, reina un hartazgo generalizado.

Si el descontento con los Kirchner y sus 12 años de gobierno se materializó en Macri, el estrepitoso fracaso de la excursión amarilla buscó en un Kirchnerismo con soda un salvavidas que terminó siendo un ancla. ¿A quién podría sorprender que, ante la inacción de ambos frentes, la tortuga no se escapara?

Ciegos por la razón

El desentendimiento de los dirigentes políticos con mayor renombre, además, se materializó a ambos lados de la vereda con las actitudes que marcaron el proceso 19-23: jugar a quien la tiene más larga.

Que presidente y vicepresidenta protagonizaran una interna dentro del propio gobierno en funciones, con indirectas propias de adolescentes coqueteando, le da un resumen a todo el proceso. Por las dudas, en la oposición, los máximos dirigentes se apuraron a ver quien agarraba más caramelos de la piñata que reventaba y se terminaron ahogando en su propia bolsa.

A una sociedad mal empleada, cansada de hacer malabares con animales de papel moneda, probablemente mucho no le interesó quien tenía la lapicera o quien la tenía más clara desde la otra tribuna para resolver cada uno de los problemas. Entonces, ¿no la veían venir o no la quisieron ver?

No soy yo, sos vos

La clase política, la devenida Casta, se envició en señalar con el dedo índice de un lado a otro del espectro, y la que se acordó de bajar el pulgar fue la sociedad. Aún así, todavía quedan algunos discursos que señalan las “culpas” o “ignorancias” de quienes introdujeron la boleta de La Libertad Avanza en la urna.

Lo mal que deben haber hecho las cosas y, sobre todo, mostrarse conectados con la gente para que, a 40 años del retorno a la democracia, la fórmula más votada esté integrada por dos negacionistas del golpe de estado más violento de la historia argentina.

Porque al final, por mucho que signifique el 24 de marzo, ni el carnicero de Florencio Varela vende con la Memoria, ni la manzanera de Río Negro hace dividendos con la Verdad, y tampoco el sastre salteño le da de comer a la familia con la Justicia. El entendimiento, en este caso, debe ser que hablarle a la población toda con un mensaje que cala en un ¿20%? politizado y movilizado en estos sentidos es ahora inviable.

Si bien Milei incluso se esforzó con furcios sobre el tráfico de menores o la venta de órganos, más allá de que se pueda olvidar de los ‘pibes de Malvinas’ por su identificación con Thatcher, no interesan los festejados premios para ‘Argentina 1985’ en relación a su condición de negacionista.

Al final, entre un dólar que vuela, el FMI que zumba cada día que apagamos la luz para dormir, una inflación que cuando se agacha un céntimo es solo para tomar impulso previo al mes siguiente, una calle revuelta entre protestas reprimidas, robos casi recurrentes en determinadas zonas y que escalan a homicidios, tan malo no era al final el loco despeinado. Claro, el edulcorante se encargaron de ponerlo los otros.

No se puede culpar a la gente de aferrarse a la única esperanza posible, teniendo en cuenta sendos fracasos y faltas de ambos partidos mayoritarios en estos dos últimos períodos que se pasaron la bomba a ver a quien le explotaba. La culpa es de los se nublaron la vista con peleas y se ensordecieron de soberbia para no rebajarse a pelear con el outsider.

¿Se dejaron endulzar el oído por consultoras que establecieron su techo alrededor del 15%? ¿O simplemente fue inacción contra un fenómeno que no saben (o no quieren) enfrentar por cuidar su quinta?

No todos son Atilio Borón

La política, como ciencia y también en su más mundano sentido de tópico de conversación, no les llega a todos por igual. A pesar de que hoy muchas personas se espanten de que el ganador de las PASO esté en contra del aborto, pretenda reformar/arancelar la educación pública, fomente el comercio de órganos, no a todos les repercute de la misma manera. 

Desde el lunes, tantos usuarios comparten videos de sus dichos en redes “alarmando” de lo que se viene, que pareciera que al final nadie lo votó. Al menos, en un nicho de población que recordó muchos derechos ahora que estarían en riesgo, el resultado despertó un sentido que debería ser normal desde la escuela secundaria: hablemos de política. Pero hablemos en serio, no de partidos, de lo que significa.

Probablemente, para quien aquí escribe, varios lectores y otros politólogos, sociólogos, comunicadores, antropólogos, educadores, etc., el 24 de Marzo signifique una institución en sí misma. Difícil es explicarle sobre cómo mantener la Memoria a una persona que no puede mantener a sus hijos. No todos están politizados, por más que la política esté en todas partes.

Para quien ha sufrido en primera persona todos los efectos del estancamiento desde el final del gobierno de CFK, la agitación y endeudamiento macrista, y la sensación de desborde frentetodista, pensar en algo más que comer y salir a la calle resulta una utopía.

Al final, mucha gente descubre que la mejor forma de cuidar el recuerdo del genocidio y la atrocidad de la dictatura no es otra actuación brillante de Ricardo Darín, ni un Globo de Oro o un Óscar, si no es proveyendo de seguridades y necesidades básicas a la gente para que sea posible hablar de otros derechos. 

Incluso, estos nuevos tiempos también han despedido al político que perduró en la memoria social como el que puso fin a la dictadura: Ricardo Alfonsín. Casi una confirmación de que, si no da  respuestas, con la democracia no se come, ni se cura ni se educa, debería reformularse en que, si los políticos no permiten comer, no ayudan a curar ni a educar, deberán estar preparados para lo que viene.

Se trasluce claramente en la charla que tuvieron Juan Elman y Marta Lagos, fundadora de Latinobarómetro. ¿Qué tan valorable es la democracia si tampoco cubre las necesidades básicas?

Sorprenderse de la “cultura” de la gente que puede votar a tal o cual candidato es, además, menospreciar el poder del mismo pueblo de entrar a un cuarto oscuro, elegir una boleta y ensobrarla en la urna. Más habría que sorprenderse de un sistema político inerte que permitió que esa boleta se traduzca en los deseos y la representación popular.

En su libro ¿Por Qué?, José Natanson (2018) resume que el macrismo fue capaz de establecer una línea de largada para todas las personas por igual en su discurso de meritocracia, pero nunca aclaró qué obstáculos se encontraría cada uno en su carrera. Milei no solo les puso nombre, apellido y cargo a esos obstáculos, si no que prometió removerlos a todos.

Entonces, en síntesis, si los políticos y la política se convirtieron en un obstáculo, denunciar el advenimiento de tiempos oscuros es revelar la incapacidad de un sistema político desgastado, alejado, inmerso en peleas que no representan a nadie o en egos que no le importan al votante. No así de la boleta que ellos elijan para expresar su voluntad.

Lo que pueda pasar con una presidencia de Javier Milei es responsabilidad pura y exclusiva de sus antecesores.

Zaratustra, que en efecto vivía aislado, expresó en la prosa de Friedrich Nietzsche la comparación de una abeja que se empacha por la sobra de miel al tener demasiados conocimientos. Con esa misma presunción hablaron los arquitectos del sistema político argentino del siglo XXI, convidando de lo que saben desde su aislamiento.

Así también habló la Argentina: muy buena la miel, pero si la de ustedes no endulza, vamos a producir la nuestra.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Tendencias