La espera terminó, ya no hay mesa en la calle Cabildo que alcance, ya no hay volanteada en el Patio Olmos que sirva, ya no hay timbreada por los barrios de la periferia que sea significante para lo que se comienza a definir a partir de mañana. El 2023 se comienza a despedir como el año marcado por citas y contiendas electorales en seno municipal y provincial, pero antes de que este año se consuma, debe iniciar el proceso (de tres pasos), que va a dirimir quién va a ocupar el Sillón de Rivadavia a partir del 10 de diciembre. 

Este proceso arranca a definirse en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) en las cuales 27 candidatos de todo el arco político nacional tienen como objetivo superar la barrera para llegar a las generales de octubre. Pero como su espíritu fundador establece, la idea de estas elecciones es confirmar los precandidatos de los espacios que presentan múltiples listas de contrincantes para la presidencia. 

En este sentido, es importante comprender cuáles son los puntos en los que todos los partidos políticos se juegan y qué escenarios se configuran previo a unas elecciones que, paradógicamente, muchos la llaman histórica en su concepción. De los distintos espacios, tanto del oficialismo como de la oposición, llamaron a la jornada electoral y en forma generalizada al proceso electoral que transita el país como “trascendental para el futuro de Argentina”. 

¿Y por qué es tan crucial lo que se define a partir de mañana?, el Estado pareciera vivir momentos de quiebres, en el cual la situación económica prevalece como la protagonista de las agendas mediáticas, comunicativas y redes sociales; el dólar, la inflación y el préstamo con el FMI son  sin duda, de las cosas que más se nombraron en los medios estos últimos años. 

Además, la crisis económica deviene en todos los problemas estructurales que azotan día a día a la sociedad y en esta semana previa en particular, la (in)seguridad que se vive en algunas zonas del país, marcó y con justa razón, todos los titulares del prime informativo. No pretende ser reduccionista la afirmación anterior sobre los problemas que acarrea el país, solo basta con embeberse un rato en los medios y en la calle, más que nada para entender que algo se rompió y que se debe arreglar lo antes posible. 

Pero no es solo eso, se experimenta una nueva dicotomía discursiva en los spots políticos que buscan captar votos de “ellos o nosotros”. Si bien la estrategia comunicativa de contrastar dos modelos de país es algo que en Argentina históricamente es rentable desde el tiempo de “Braden o Perón”, en estas elecciones en particular, parece ver visiones completamente antagónicas unas de otras y la famosa “grieta”, empleada funcionalmente para favorecer a intereses de aquellos que no están inmersas de un lado u otro, se ensanchó y los polos parecen ser cada vez más distantes. 

En ese sentido, lo “histórico” que se plantea y se formula de un lado u otro parece que determinará el futuro incierto y volátil del Estado argentino. 

En paralelo, esta cita trascendental con el destino del país tiene grandes ausentes, y no hablo de candidatos que por A o por B no ocupan precandidaturas en los votos, sino que hablo de la gente “común y corriente”, esa persona de pie que por distintas razones no fue a votar y tampoco pretende hacerlo. En un ejercicio fácil se le consultó a un grupo de amigos (aproximadamente 12) a quienes iban a votar, en ese cuestionario rápido varios dijeron no saber o no querer acudir porque “total es siempre lo mismo”. Y no solo en el círculo cercano, en los 17 comicios celebrados hasta el momento se registra una creciente suba en la abstención, que supera los 4.800.000 de votantes, expone González del Solar. 

Según datos relevados por LA NACION, el ausentismo ha crecido más de 5 puntos en comparación al 2019: pasó de 25,95% a 31,36% en el universo de las provincias que ya fueron a las urnas (es decir, tomando como referencia la última elección comparable).

¿La gente se cansó de la política?, o ¿se cansó de los políticos?, en un intercambio fugaz con distintos colegas más inclinados por los estudios internacionales, se llegó a la conclusión de que “si son todo lo mismo” es un discurso que penetra en todas las esferas y que el sentido del “cambio y continuidad” pareciera no existir en la política doméstica. Pero esto, naturalmente, alienta a una serie de procesos que se evidencian en los últimos meses. 

En primer lugar, la apatía lleva consigo una gran desconfianza entre el representante y representado. Esto encolumnado con una serie de cambios y designaciones electorales pareciera culminar con un proceso en el cual el votante cree menos en lo que escucha y desconfía más de lo que le “venden” en las plataformas electorales. 

En segundo término, el contexto, como se mencionó anteriormente, la situación de crisis económica y financiera que vive el país en los últimos años incrementa el descontento social. Por lo que el ausentismo a la hora de ir al cuarto oscuro se explica, en parte, por el enojo de un sector de la sociedad que expone que votar no le solucionará los problemas de no poder llegar a fin de mes. 

El tercero “votar no sirve de nada” o “tu voto no cambia nada”, este discurso que se experimentó fuertemente en varios comicios provinciales refuerza una idea de que las decisiones las toman “los de arriba” y la gente de “abajo” no tiene injerencia en lo que pasa el país. ¿Por qué vas a votar si total tu elección no cambia nada? 

Todos estos factores y justificaciones parecen lograr algo, la irrupción de ideas antipolíticas, antisistema e “innovadoras”. Todas estas ideas parecen aglutinarse en un perfil, el de Javier Milei, el outsider político que promete de manera tajante “acabar con la casta y resolver los problemas del país”. 

Este discurso que promete romper estructuras tradicionales del Estado Nacional y acabar con el “círculo vicioso de la política argentina” es cautivador, es llamativo y es convocante. Nadie de cualquier espacio contrario a Javier Milei puede cuestionar la elección del voto de sus militantes, ya que el argumento de “Milei es nuevo y propone cosas distintas al resto” es completamente válido. El querer contraargumentar la decisión de un joven de 17 años que vivió procesos políticos y cambios electorales que no le encontraron la solución a los problemas que vive el país es una batalla de retórica perdida porque cualquier expresión utilizada para convencer de “mantener algo viejo” contra la elección de algo nuevo es comenzar un partido perdiendo 1 a 0 desde el vestuario como se dice. 

Surgen incógnitas en torno a si el mito se va a volver realidad con Milei, ya que hablar de performance electoral provinciales para el candidato de la Libertad Avanza no sería preciso por el hecho de que oficialmente no tuvo candidatos apoyados por él en los comicios del interior del país. 

En este punto, las incertidumbres que enmarca la figura de Javier Milei se comenzaran a dispersar o no, a partir de mañana, cuando se vea si la libertad avanza o no avanza definitivamente. 

Pero no solo en el frente liberal existen un mar de dudas, en el campo oficialista se juega una elección trascendental, lo que muchos llamarían un antes y un después en la vida del peronismo. El oficialismo, con 3 años y medio de gestión de Alberto Fernández, vive una de las resignificaciones más importantes de los últimos años y en este aspecto camaleónico del partido fundado 1946 tiene por delante el desafío de confirmar que aún mantiene la cualidad que le permite modificarse y aferrrase en el seno del poder político nacional. 

Parece una ilusión para parte del electorado que la foto de Cristina Fernández de Kirchner no aparezca en un voto. Desde hace 34 años, Cristina irrumpió con su figura como diputada provincial y el camino transcurrido desde ese día en 1989 la marcó como una de las figuras más predominantes de la escena política. En la cual su bendición o rechazo pareciera ser la marca y el peso que deban tener que seguir sus sucesores en el camino de la justicia social. 

¿El peronismo es con o sin Cristina? Pareciera partes intrínsecas que no pueden desprenderse el uno del otro en el armado electoral, en estas PASO en las cuales las decisiones más calientes pasan por una figura que entre pragmatismo y el trajín en los pasillos de la Rosada marcan una cita para reafirmar como expresó el General: “primero la Patria, después el Movimiento y luego los hombres”. 

En uno de los hitos a analizar sobre las definiciones electorales de las PASO también se encuentra Juntos por el Cambio. El espacio fundado por Mauricio Macri y compañía, hoy se encuentran inmersos en una interna publica en los cuales los precandidatos Horacio Rodriguez Larreta y Patricia Bullrich se definen mano a mano, voto a voto quien será quien le dispute el poder al peronismo en las generales de octubre. 

En una interna donde hay un gran escenario, las cartas disputadas para lograr ser oficialmente el candidato de la coalición, hay una serie de escenarios que se desprenden: ¿quién triunfará? ¿la fuerza del cambio o el cambio de nuestras vidas?. A horas del inicio de los comicios hay una incertidumbre generalizada en el cual distintas encuestas dan a uno por encima de otro en lo resultados que comenzarán a cargarse a partir del ocaso del domingo. 

El armado electoral que configuró Juntos por el Cambio en torno a esta interna se puede definir como unas estructuras yuxtapuestas, de un color u otro, para lograr completar con los cupos referidos a las exigencias de las listas. Pero en sus concepciones, los proyectos que proponen tanto Horacio Rodriguez Larreta como Patricia Bullrich son distantes en sus medios. El propio Mauricio Macri expuso que “Cuando uno los escucha en el para qué o en el qué quieren hacer, hay muchas coincidencias. En los equipos hay muchas aproximaciones. Mucha gente ya estuvo conmigo y tiene una experiencia incalculable. La diferencia está en el cómo”. 

Para el expresidente, los dos candidatos ven como fin un cambio en la gestión, la distancia que toman es que Bullrich se muestra partidaria de realizar la “extracción de cuajo” y de forma individual, mientras que Larreta considera necesario realizar cambios de manera paulatina y con acuerdos con otros tipos de actores. 

Lo importante para la oposición es comprender el día posterior a la interna, la funcionalidad de la coalición se verá y se pondrá en tela de juicio si logran mantener la unidad que los caracterizó para obtener la presidencia en 2019 y poder lograr así en esta nueva ocasión el cambio que tanto se proponen desde su concepción. 

En definitiva, estas PASO se erigen como un punto de inflexión en la historia política argentina. En un contexto marcado por la compleja coyuntura económica, la creciente apatía social y la polarización entre visiones antagónicas, estas elecciones reflejan la búsqueda de modelos de país que se contraponen en las urnas. 

A medida que los comicios terminen y se cuenten los votos, se revelará si estas elecciones marcan un punto de inflexión real o si la inercia política prevalece. ¿Se hará realidad el mito en torno de la figura de Javier Milei?, ¿el peronismo logrará mantener su cualidad camaleónica para estar de vuelta en la senda de mantener su poder?, ¿podrá Juntos por el Cambio lograr dirimir la interna y mantener la unidad el 14 de agosto después de las elecciones? 

Las respuestas a estas interrogantes no solo determinarán el resultado de estas elecciones, sino que forjarán el camino que la nación recorrerá en los años venideros. La pregunta crucial es si estas elecciones, enmarcadas como el principio del proceso electoral que culminara el 10 de diciembre, cambiaran la historia del país o solo será la reafirmación de tendencias que mantienen este país en un nuevo ciclo de crisis, en todos los aspectos que esta palabra pueda ser empleada. 

Una respuesta a “¿Qué se define en estas PASO?”

  1. […] de la figura de Javier Milei hecho realidad, como anticipó Alejo Sanchez Piccat en su artículo “¿Qué se define en estas PASO?”, cuando se preguntaba por el potencial punto de inflexión que implicaría esta votación; y 3. […]

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