La derrota del gobierno en las elecciones legislativas de la Provincia de Buenos Aires se suma a una larga lista de ejemplos de derechas nuevas o alternativas que logran capitalizar el desencanto del electorado para ganar las elecciones, pero que no son capaces de gestionar de forma eficaz una vez que llegan al poder.
El pasado 7 de septiembre se celebraron elecciones para cargos legislativos en la Provincia de Buenos Aires. El peronismo ganó por una diferencia de casi 13 puntos sobre el espacio oficialista La Libertad Avanza. Fue la primera gran derrota electoral desde que el espacio autoproclamado libertario hiciera su aparición en 2021.
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Cuando Javier Milei asumió la Presidencia de la Nación en diciembre de 2023, se rodeó de funcionarios y legisladores afines al gobierno de Mauricio Macri como una forma de disipar los rumores de falta de gobernabilidad que acarreaba su espacio, que en ese momento solo contaba con 2 años de existencia, unos pocos legisladores nacionales. El discurso que lo hizo ganar las elecciones en noviembre de 2023 se centró en proclamar que una Argentina distinta es imposible con los mismos de siempre, centrando su crítica a los espacios tradicionales que habían gobernado el país desde el regreso de la democracia en 1983.
Sin embargo, conforme iban pasando los meses, el gobierno decidió profundizar el ajuste económico, afectando a los sectores más sensibles de la sociedad, entre ellos, las personas con discapacidad, el Hospital Garrahan, los jubilados y las Universidades públicas.
Asimismo, la crisis de institucionalidad y los escándalos de corrupción mermaron la cohesión política del gobierno, originando una interna feroz. Hace meses que el Presidente Milei y la Vicepresidenta Villarruel no se hablan. Muchos de los referentes originales de la Libertad Avanza fueron reemplazados por representantes de la casta. Esta concatenación de errores dieron como resultado una campaña inexistente y una derrota anunciada.
Si bien el caso Milei es bastante particular, está lejos de ser el único. En septiembre de 2022, días antes del fallecimiento de la Reina Isabel II y luego de la dimisión de Boris Johnson a raíz de escándalos de corrupción, Liz Truss asumió el liderazgo del Partido Conservador, por entonces el partido gobernante, convirtiéndose así en la Primera Ministra del Reino Unido. Su plan de ajuste profundo, similar al implementado por Milei, fue un fracaso rotundo. El gobierno de Truss fue el más corto en la historia de Gran Bretaña, solo duró 44 días. El sucesor de Truss fue Rishi Sunak, un fiscalista tradicional más cercano a David Cameron que a Boris Johnson.
Trump y Bolsonaro son dos de los ídolos indiscutidos de Milei. En su primer mandato, el magnate estadounidense demostró crecer del temperamento y temple necesarios para dirigir la principal economía mundial. Su gestión de la pandemia del COVID 19 fue desastrosa; solo en Estados Unidos murieron más de un millón de personas, la cifra más alta en todo el mundo. En noviembre de 2020, el demócrata Biden derrotó a Trump, marcando el regreso del obamismo a la Casa Blanca.
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Bolsonaro es casi un calco de Trump. Su gestión sanitaria durante la pandemia hizo estragos y su gobierno estuvo marcado por reiterados casos de corrupción. Finalmente, en octubre de 2022 Lula Da Silva venció en el ballotage a Bolsonaro gracias a una actitud centrista y moderada que lo alejó del Lula más combativo de principios de siglo.
Estos ejemplos muestran una tendencia clara: los candidatos disruptivos, dispuestos a romper el sistema son muy eficaces a la hora de ganar elecciones. Pero una vez que llegan al poder su inexperiencia e improvisación los deja al descubierto. Es por eso que en el ciclo electoral siguiente a sus victorias muchos de ellos pierden contra candidatos del establishment político tradicional. Solo aquellos dispuestos a romper las reglas del orden democrático logran permanecer en el poder en un contexto de Estado de excepción permanente. Un caso que gráfica esta hipótesis es el de Fujimori, un candidato outsider sin apoyo legislativo que instauró una dictadura en el Perú en los años 90.
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Trump y Bolsonaro intentaron hacer lo mismo; en enero de 2021 y 2023, respectivamente, fanáticos de ambos líderes intentaron dar un golpe para impedir la asunción de Biden y Lula.
Es muy probable que si el gobierno mantiene este rumbo vuelva a ser derrotado en las próximas elecciones de octubre y en 2027. Cómo reaccionará el milésimo ante la realidad de perder el poder y el aplomo con que la oposición reaccione a las maniobras libertarias determinarán el futuro democrático de nuestro país.
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Las opiniones y perspectivas expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de sus autores y colaboradores invitados. No reflejan necesariamente las posturas institucionales ni las políticas oficiales de Politólogos al Whisky, y no deben interpretarse como un aval o respaldo automático por parte de esta organización.
Crédito de la imagen: Ignacio Amiconi | AGLP





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