La historia de la República Argentina se asemeja a la de un péndulo, que en sus idas y venidas oscila entre gobiernos tanto democráticos como dictatoriales y parece no poder detenerse en ninguno de los dos extremos. Incluso en la modernidad democrática las prácticas despóticas parecieran estar a la orden del día entre los diversos partidos que han gobernado el país durante las últimas cuatro décadas, es debido a esto que la organización encargada de coordinar la inteligencia nacional y defender la seguridad de los argentinos ha sido tan inestable como la administración de la que depende.
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Nacida en el año 1946 durante la presidencia de Juan Domingo Perón bajo el nombre de “Coordinación de Informaciones de Estado” (CIDE), esta agencia de administración civil fue la primera en centralizar las tareas de inteligencia a nivel doméstico y extranjero de la nación argentina, las cuales previamente se encontraban bajo el comando de las fuerzas armadas.
La administración civil de este organismo no duró demasiado debido a que en 1956 Pedro Eugenio Aramburu llevó a cabo un golpe de Estado conocido como Revolución Libertadora. Fue durante esta dictadura que se dio una restructuración de la agencia poniendo el control de la misma bajo el mando militar una vez más, durante esta época la misión principal de la misma sería “desperonización” del país, finalmente se renombraría a la misma como Secretaría de Informaciones del Estado (SIDE).
Sin embargo, esta no sería la última vez que la organización sería utilizada como instrumento central durante una dictadura militar, debido a que en el año 1976 durante lo que se conoció como Proceso de Reorganización esta agencia funcionaria como columna vertebral de la dictadura en tanto recopilaba toda la información que esta necesitaba para llevar a cabo sus operaciones, como lo fueron el secuestro de individuos o los combates contra organizaciones terroristas como el ERP.
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Ya en tiempos de democracia en el año 2015 la entonces presidente, Cristina Fernández de Kirchner tomó la decisión de disolver la agencia debido a que esta “no había servido a los intereses nacionales y su disolución era una deuda de la democracia” remplazando la misma con la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Sin embargo, en el año 2024 el actual presidente Javier Milei reinstituyo la Secretaría de Inteligencia de Estado SIDE la cual sigue en pie hasta el día de hoy.
De esta historia signada por vaivenes políticos, la corrupción y el espionaje interno, nacen una serie de casos emblemáticos que minaron la reputación de esta institución y terminaron por ser decisivos en la decisión de disolver esta organización en el año 2015 bajo la presidencia Kirchner.
Algunos de los más notorios fueron la participación de este organismo en la última dictadura militar, durante la cual sirvió como el eje central del aparato represivo del estado, brindando toda la información necesaria para el secuestro y desaparición de personas. Siendo además una pieza clave del conocido como “plan cóndor” ejecutado en este mismo periodo de tiempo.
Otro caso que adquirió gran relevancia durante la democracia fue la apertura de una causa judicial contra el expresidente Mauricio Macri a quien se acusaba de utilizar los recursos de la que en ese entonces se denominaba AFI para tareas de inteligencia ilegal como interceptar comunicaciones y recopilar información sobre personas tanto del oficialismo como la oposición.
El último y más reciente caso que se conoce fue una denuncia pública llevada a cabo por la ONG conocida como CELS en la cual acusan al actual presidente Javier Milei de incluir objetivos ilegales en su restauración de la SIDE, tales como el espionaje interno y la vigilancia de opositores y medios de comunicación, a pesar de esto esta denuncia no ha cobrado mayor relevancia ni ha sido llevada a una instancia judicial.
No obstante, los objetivos y funciones de la Secretaría de Inteligencia de Estado se encuentran delimitados por la ley 25.520 la cual estipula 5 funciones principales y sus respectivas limitaciones.
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La primera de ellas es la obtención y análisis de información relacionada a conflictos que afecten la defensa nacional y la seguridad interior, en segundo y tercer lugar la agencia se encarga de las actividades de contrainteligencia e inteligencia criminal, un ejemplo de esto se pudo observar durante la desarticulación de una red de espionaje ruso durante el año 2025, la cuarta es la recopilación de inteligencia estratégica militar y la última función estipulada es la de organizar la cooperación entre los distintos departamentos de inteligencia estatales.
Estos departamentos de inteligencia son el Servicio de Inteligencia Argentino (SIA), la Agencia de Seguridad Nacional (ASN), la Agencia Federal de Ciberseguridad (AFC) y la División de Asuntos Internos (DAI). Todos son autónomos tanto a nivel técnico como funcional, sin embargo, son controlados y coordinados por la SIDE presidida por un secretario general designado por el presidente.
Bajo la presidencia del presidente Javier Milei la Secretaría de Inteligencia de Estado no sólo recuperó su nombre y jerarquía histórica, sino que además se enfrenta a una reestructuración de su marco legal y político.
Fue a través del DNU 614/2024 publicado el 15 de julio de 2024 que el presidente de la nación tomó la decisión de disolver la Agencia Federal de Inteligencia AFI y restaurar la SIDE argumentando la necesidad de esta medida en el “deterioro institucional” que el AFI había sufrido desde su creación y la incapacidad de esta de cumplir con las funciones que se le habían designado.
Las críticas a esta medida no se hicieron esperar, dirigentes de los principales partidos de la oposición tales como el justicialismo y la UCR señalaron que la medida tomada por el presidente representaba un retroceso democrático y un “paso atrás en la lucha por una inteligencia más transparente y controlada”
El principal argumento presentado por aquellos en contra de la medida fue la utilización de un DNU, ya que esto va en contra de los procesos ordinarios y no cuenta con una aprobación del congreso, como lo requiere la ley de inteligencia nacional 25.520 la cual exige la intervención del mismo en caso de cualquier cambio sustancial.
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A pesar del aparente éxito de la restaurada SIDE evidenciado con la desarticulación de la red de espionaje rusa que se alojaba en el país, tanto la oposición política como expertos que se pronunciaron en el asunto temen la posibilidad de que dicha medida termine por erosionar los contrapesos democráticos y devuelva a la agencia de inteligencia argentina a una época de secretismo y poca transparencia.
La SIDE vuelve, pero con ella regresa también una pregunta de fondo: ¿quién vigila a los que nos vigilan?





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