Este 16 de junio, los irlandeses y todos los amantes de la literatura en el mundo celebran Bloomsday en honor al día en el que transcurre el Ulises de James Joyce, una Odisea irlandesa que narra las peripecias de Leopold Bloom durante el transcurso de una jornada. La primera edición de esta obra se publicó en diciembre de 1920, tan solo dos años después de finalizada la Primera Guerra Mundial. A Joyce, un autor irlandés sin patria, el derrotero de la Gran Guerra lo encontró en parte en Suiza.
Durante la contienda mundial, el pueblo irlandés se batía por su independencia del Imperio británico. Los jóvenes irlandeses consideraban absurdo batirse en las trincheras del Somme o en ciudades inhóspitas de Oriente Próximo. La guerra de Inglaterra no era la suya, la sentían ajena. En 1916, los rebeldes irlandeses se baten contra el Imperio británico para conseguir su independencia. Así nació la joven República de Irlanda algunos años después, en 1922.
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En ese contexto, la publicación del Ulises significó un punto de inflexión no solamente para la literatura, sino también para la cultura irlandesa en su conjunto. Censurada en Reino Unido y los Estados Unidos, el Ulises de Joyce vio la luz gracias a Shakespeare and Company, una librería parisina fundada por Sylvia Beach en 1919. Desde sus inicios, se convirtió en un centro de armonización cultural donde muchos escritores de vanguardia como Ezra Pound o Francis Scott Fitzgerald lograron editar sus textos. En 1941, con la invasión de la Alemania Nazi, la libreria tuvo que cerrar.

Volviendo a Joyce, la publicación de esta monumental obra lo convirtió en víctima de una de las cazas de brujas más sonadas de la historia de la literatura. El estilo vanguardista y disruptivo de este Ulises escandalizó a gran parte de la sociedad anglosajona de la época.
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El Ulises como símbolo nacional
En el momento de su publicación, la República de Irlanda se encontraba en su época formativa, con riesgos de inestabilidad política interna y ataques externos por parte de Gran Bretaña, país con el que mantenía una relación distante.
Durante siglos, el Imperio británico sometió despiadadamente al pueblo irlandés. En consonancia con su derrotero colonial en Asia, África y Oceanía, el Reino Unido se dispuso someter a los irlandeses eliminando rastros de su cultura para asimilarlos a la británica. Se los instó a hablar en inglés y no en gaelico, su idioma nativo, en pos de convertirlos en británicos.
No obstante, esta fuerte represión cultural, quizá el intento más acabado llevado a cabo por parte de Gran Bretaña con el objetivo de torcer la voluntad del pueblo irlandés, tuvo lugar a mediados del siglo XIX, cuando una hambruna asesinó a más de un millón de personas. Como consecuencia de este hecho, se calcula que otro millón de irlandeses emigraron del país. La gran mayoría se asentó en Estados Unidos, aunque una parte de ellos emigró a Argentina. Los rastros de los irlandeses que decidieron asentarse en nuestro país se encuentran presentes en la cultura y política de nuestro país con grandes representantes como Maria Elena Walsh o Guillermo Brown. Incluso, la ciudad de Buenos Aires se encuentra presente en algunos relatos de Joyce.
A comienzos del siglo XX, los movimientos de liberación nacional, la autodeterminación de los pueblos y el sentimiento anticolonial que comenzó a impregnar a muchos pueblos de Europa central y del este, Oriente Próximo y el sudeste asiático que sueñan con su independencia. Es en este contexto que surgen grupos armados como el IRA-Irish Republican Army- que se disponen a luchar por construir un estado irlandés.
Esta lucha por la liberación del yugo británico tuvo sus coletazos en la arena cultural. En The foggy dew, una de las canciones irlandesas más célebres, se pueden escuchar los siguientes versos: Twas better to die ‘neath that Irish sky than at Sulva or Sud-El-Bar, expresando el sentir de muchos jóvenes irlandeses que anhelaban morir luchando por su país y no en lugares inhóspitos como soldados del Imperio británico.
En medio de esta ebullición cultural, la aparición de una obra maestra como el Ulises le muestra al mundo que Irlanda es capaz de producir una obra que trascienda tanto como Hamlet o el Rey Lear. El hecho de que la publicación de la primera edición del Ulises coincida con el nacimiento de la República de Irlanda puede ser interpretado como un símbolo que entrelaza el nacimiento de un Estado con el renacimiento cultural de una Nación.
Cada 16 de junio, los irlandeses y los visitantes de Dublín, su capital, se dirigen a los escenarios que recorrió Leopold Bloom durante el transcurso de la novela. Hoy día, grandes escritores irlandeses, inspirados por el legado de Joyce, siguen construyendo la cultura de su país. Algunas décadas después de su fundación, la República de Irlanda ingresó en la Comunidad Europea y luego en la Unión Europea, compartiendo espacios de cooperación con el Reino Unido. El caso irlandés nos muestra que, a pesar de los conflictos y las dificultades, construir una nación en paz con sus vecinos es posible.





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