En 1959 el dramaturgo francés de origen rumano Eugene Ionesco publicó una obra de teatro titulada «Rinocerontes”. En aquella obra, los habitantes de un pequeño pueblo francés se convierten en rinocerontes a medida que van adoptando las ideas fascistas. 

Actualmente, muchos políticos y líderes de opinión parece que están convirtiéndose en rinocerontes al atacar directamente a la comunidad LGBTQ+. Ejemplo de esto es Javier Milei, que no dudó en instrumentalizar el odio contra esta comunidad en su discurso en el Foro de Davos. Allí, el primer mandatario argentino despotricó contra la ideología de género y acusó a los homosexuales de pedofilia. Esto sucedió en un país que vio como las agresiones a la comunidad LGBTQ+ aumentaron exponencialmente desde el año pasado. Incluso, hace tan solo un año un crimen de odio contra tres mujeres lesbianas se cobró la vida de dos de ellas.

En Colombia, hace tan solo un mes una mujer trans de 32 años llamada Sara Millerey fue brutalmente asesinada. En paralelo, en el Reino Unido, la Corte Suprema argumentaba que la definición de mujer aglutinaba solamente a aquellas personas de sexo biológico femenino. La escritora J.K. Rowling, heroína de muchos jóvenes y adolescentes festejó este fallo incluso sabiendo que muchas personas trans son fans de Harry Potter. La militancia de la autora en contra de los derechos de las personas trans es harto conocida, pero sigue llamando la atención que una escritora sobreviviente de violencia de género, que creó una saga referente de la resistencia y lucha contra la oscuridad, una obra que invitaba a los diferentes a sentirse parte de algo, se haya convertido en un ícono del odio contra una población vulnerable y marginalizada, cuya esperanza de vida en Argentina no llega a los 35 años. 

Esta opinión abiertamente tansfóbica expresada por el máximo órgano judicial de una de las principales economías del mundo, un país que busca presentarse como un defensor de los derechos humanos y la democracia a nivel mundial, demuestra que se ha tomado una decisión tan en consonancia con la ola reaccionaria tan presente en la actualidad.

La internacional reaccionaria, a pesar de sus diferencias, se caracteriza por sus ataques constantes al progresismo y, sobre todo, a la diversidad. Muchos recordarán el año pasado, cuando durante la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París, la ciudad luz le regaló al mundo un show que entrelazaba la historia francesa con la diversidad actual. Particularmente la representación de un cuadro de Dionisio elaborado con drag queens, que muchos confundieron con la última cena de Leonardo Da Vinci, causó el descontento de muchos políticos conservadores. Rassemblement National, el partido de extrema derecha de aquel país criticó fuertemente la apertura. 

Desafortunadamente, esta hostilidad hacia la comunidad LGBTQ+ no se circunscribe exclusivamente a la extrema derecha. Muchos políticos de centro e incluso de centroizquierda han comenzado a utilizar a las personas trans, bisexuales y homosexuales como chivo expiatorio, responsabilizándolos por sus fracasos económicos y electorales. 

En un mundo donde predomina la crueldad y la indiferencia, el ensañamiento de muchas personas con una comunidad tan vulnerable, que lucha cada día simplemente por existir y ser quienes son. Es hora que comencemos a seguir el ejemplo de Berenger, el único personaje de la obra que no se convirtió en rinoceronte, porque eligió la empatía hacia los demás. 

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Tendencias