India, decidida a reforzar su disuasión estratégica en un entorno regional cada vez más volátil, avanza hacia la finalización de INS Varsha, una instalación subterránea de 3.700 millones de dólares horadada en un acantilado rocoso en su costa oriental. Concebida para resistir un ataque nuclear, sus túneles sumergidos permitirán a doce submarinos nucleares atracar en secreto, lejos del control y vigilancia satelital. Este complejo, cuya inauguración está prevista para 2026, representa el pilar logístico de la futura flota nuclear india y la pieza central de su tríada de disuasión.

La decisión de edificar INS Varsha cobra mayor relevancia si se considera el desequilibrio numérico que existe frente a China en un recurso naval para la defensa tan crucial como lo son los submarinos. Pekín cuenta ya con doce submarinos balísticos, mientras Nueva Delhi dispone de apenas dos. La cantidad de submarinos es relativa al alcance de la presencia de submarinos operando cerca de áreas clave, limitando la libertad de despliegue del enemigo en sus inmediaciones, y en un hipotético enfrentamiento el primer bloqueo o ataque podría marcar la diferencia. Así, contar con un refugio subterráneo robusto no solo garantiza supervivencia ante un primer golpe, sino también la capacidad de efectuar un segundo movimiento decisivo.

Al mismo tiempo la India impulsa su presencia en las islas Andamán y Nicobar, cercanas al estrecho de Malaca: la ruta marítima más transitada del planeta y de crucial importancia para el comercio chino. En ellas ha construido nuevas pistas de aterrizaje y sistemas de vigilancia completando un anillo estratégico que permite monitorear el paso de miles de buques anualmente y el flujo del petróleo que sostiene a Asia oriental, que pasan por el estrecho. 

India y China, vecinos con rispideces 

La relación entre la India y China estuvo constantemente signada por conflictos y tensiones territoriales y a la vez caracterizada por una visión sur-sur compartida que dio lugar a organizaciones como los BRICS, donde ambos apuestan a una visión compartida de lo que el nuevo orden mundial debería ser.

Sin embargo, la rivalidad entre Nueva Delhi y Pekín ha escalado de forma estrepitosa en los últimos años. Desde los choques fronterizos en el Himalaya, como el violento enfrentamiento de Galwan en 2020, hasta la competencia por los corredores económicos en Myanmar, Pakistán y el “Corredor Medio” hacia Turquía, el miedo a quedar acorralado ha impulsado a ambas potencias a desplegar puertos, aeródromos y bases navales. India, consciente de que la supremacía marítima determinará el equilibrio en Asia, ha dejado atrás su vieja obsesión continental en su visión militar.

Con todo, existe una variable de incertidumbre que ha añadido tensión a este juego de equilibrios: la política exterior bajo la administración de Estados Unidos. La presidencia de Donald Trump abrió una etapa de imprevisibilidad, marcada por la retirada de pactos multilaterales y la crítica abierta a aliados tradicionales. La indecisión sobre el apoyo a la OTAN y la reorientación de la doctrina “America First” generaron inquietud en Nueva Delhi y Pekín por igual. En este contexto, las consultas estratégicas de EEUU con India cobran un valor superior, pero también se enfrentan al riesgo de verse condicionadas por cambios bruscos en la Casa Blanca.

Conclusión: Mejor prevenir que curar.

Si Estados Unidos reserva lo que resta de su atención para cuestiones internas o negocia con Pekín un repliegue en Asia, las trayectorias de India y China podrían acelerarse hacia un choque de intereses sin el paraguas norteamericano. La ambigüedad en la cooperación con Washington obliga a Nueva Delhi a fortalecer sus propias capacidades disuasorias y a consolidar alianzas regionales, como el formato Quad con Japón y Australia. En definitiva, INS Varsha no es solo una base: simboliza la apuesta multimillonaria de India por convertirse en una potencia naval capaz de hacer frente a la expansión china y de garantizar el flujo de recursos vitales por el Océano Índico. Con un futuro inmediato plagado de incógnitas —tanto por el pulso militar con Pekín como por el devenir de la política estadounidense—,  Varsha adquiere la dimensión de seguro estratégico para Nueva Delhi. Cuando la fragilidad de las cadenas de suministro y la volatilidad de las alianzas se transladen a tensiones abiertas en el mar, este refugio submarino podría marcar la diferencia entre la pérdida de iniciativa y la victoria.

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