La disposición contra la conquista territorial a través de la fuerza es un fundamento del orden internacional de posguerra desde 1945, sin embargo, este pilar se está desintegrando. La invasión rusa a Ucrania en 2022 constituye una clara transgresión de esta prohibición.

Los vínculos entre Estados Unidos y sus aliados europeos han sido inestables durante los últimos dos meses. Desde que Trump comenzó el segundo gobierno, subrayó sus discrepancias con la Unión Europea, definiendo al bloque como hostil a los intereses estadounidenses. Por su parte, J. D. Vance, vicepresidente de los Estados Unidos, sostuvo en febrero, durante la Conferencia de Seguridad de Múnich, que los valores de Estados Unidos y Europa resultan divergentes.

El carácter de las inquietudes europeas cambió a medida que la administración Trump empezó a concretar sus primeros intentos de ponerle fin a la invasión a gran escala en Ucrania. Tras el enfrentamiento público con el presidente ucraniano Volodimir Zelensky en la Casa Blanca, Trump interrumpió el suministro de asistencia técnico-militar e inteligencia a Ucrania, coaccionando al país a aceptar una estrategia de negociación que excluyera a Kiev y a sus aliados europeos, estableciendo contactos directos con Moscú. Washington se retiró de un grupo dedicado a investigar los crímenes de guerra cometidos por los líderes rusos. Votó en contra de una resolución de la ONU que culpaba a Moscú de la guerra.

Pese al rechazo del presidente Putin a una propuesta de alto al fuego por parte de Estados Unidos, la Casa Blanca ha presentado sus interacciones con el Kremlin en términos positivos. 

Entre la diplomacia y el combate

La amenaza de que Estados Unidos cese otra vez su apoyo ha conducido a Kiev a evaluar otras posibilidades para conservar su capacidad de resistencia, y de algún modo, fortalecer su posición en las negociaciones con la ayuda europea. 

Trump ha forzado a Europa a coordinar y estructurar su propio sistema de seguridad y defensa, así como el de Ucrania, tanto durante la guerra como en la paz que le seguirá.El continente europeo posee un potencial no desarrollado para la producción de una parte significativa del material que Ucrania requiere para hacer frente a Rusia, pero no se ha dispuesto a afrontar esta misión. Estados Unidos podría ser sustituido como proveedor predominante de Ucrania, pero para ello se requiere de tiempo, coordinación y asumir grandes costos.

Bajo la administración del presidente Obama, Estados Unidos identificó a China como su mayor rival en materia de seguridad y el creciente interés de Washington en la región del Indo pacífico ha conducido a las distintas administraciones estadounidenses a reducir su compromiso con la seguridad de Europa. Es por este motivo, que en reiteradas ocasiones, Estados Unidos exhortó a los distintos gobiernos europeos a invertir en defensa para la disuasión habitual contra Rusia, con el objetivo de reducir gradualmente su dependencia de la capacidad militar norteamericana y de este modo, encaminar sus fuerzas hacia Asia.

Mientras la diplomacia continúa avanzando con escasas definiciones, el panorama en el campo de operaciones ucraniano sufre un deterioro constante, lo que pone en evidencia la urgencia de una respuesta más coherente y efectiva. El ejército ruso expulsó sustancialmente a las fuerzas ucranianas del óblast de Kursk, una región rusa bajo ocupación ucraniana desde agosto de 2024. De acuerdo a Jack Watling, investigador del Royal United Service Institute, aunque el ejército ucraniano garantice que Rusia registra un número de bajas considerables entre sus soldados, las fuerzas ucranianas enfrentan dificultades en el entrenamiento y reclutamiento de personal suficiente que impida la pérdida territorial.

Robustecimiento de la capacidad militar europea: desafío y compromiso

Según Celeste Wallander, subsecretaria de Defensa para Asuntos de Seguridad Internacional durante la administración Biden, Europa ha suministrado a Ucrania capacidades que Estados Unidos no posee como interceptores de defensa aérea de corto y medio alcance,  sistemas de ciberseguridad, carros de combate y unidades de ataque marítimo. En los primeros días de marzo de 2025, la Unión Europea comunicó sus planes para la creación de nuevas modalidades de financiación en materia de defensa, con el fin de permitir a sus miembros asignar más recursos tanto a la producción como a la adquisición de material de defensa. El total previsto es de 840.000 millones de dólares, destinados para abastecer las necesidades de gasto de defensa de la Unión Europea como de Ucrania. Por su parte, Noruega y el Reino Unido, que no conforman la Unión Europea, anunciaron paquetes de ayuda y colaboración con Ucrania.

Hasta el momento, muchos países de Europa no han suministrado a sus ejércitos los recursos necesarios para el cumplimiento de los planes de la OTAN. Pese a la invasión rusa a gran escala en Ucrania, los gobiernos no se han visto impulsados de manera urgente a regenerar sus fuerzas armadas temiendo que un gran aumento en el gasto en defensa acelere la retirada de Estados Unidos del continente. Europa enfrenta el desafío de abordar las responsabilidades de su defensa continental. Y Estados Unidos juega un papel crucial en facilitar la regeneración de la base industrial de defensa europea. De esta manera, podría lograr el objetivo de ayudar a Europa a coordinar su propia defensa, a pesar de que, durante décadas, la política militar de Estados Unidos respecto al continente se centró en debilitar la industria bélica europea para favorecer sus propias ventas. Prueba de ello es que gran parte del mantenimiento de las reservas de armas y equipos depende de suministros o adquisiciones gestionadas con la intervención de empresas de defensa norteamericanas.

La estrategia de cara al futuro

La manera en que Estados Unidos elija trasladar el costo de la guerra al continente europeo condicionará lo que los europeos puedan lograr. En gran medida, esto dependerá de si Estados Unidos desea que Ucrania siga defendiendo su territorio durante las negociaciones o si Washington está dispuesto a presionar a Kiev para que acepte otra condición. 

Sin perjuicio de ello, las sociedades europeas muestran apoyo a la resistencia ucraniana ante la invasión rusa, tanto por temor a que Rusia pueda atacar a otros países europeos en el futuro próximo como por preservar con gran interés la norma contra la conquista territorial.

La Unión Europea puede coordinar la logística en gran medida dentro de sus fronteras. No obstante, muchas de las estructuras para la logística militar se encuentran dentro de la OTAN y cuentan con la evidente participación de Estados Unidos.

Otro gran obstáculo para que Europa tome el timón es la falta de cohesión en el continente. Jack Watling indica que los fabricantes europeos poseen instalaciones pequeñas y están expuestos a una regulación hostil para su expansión. Para superar este desafío se requiere de la colaboración continental para ampliar el tamaño de los pedidos en toda la cadena de suministros.

Por el momento, varios Estados europeos se han mostrado reticentes a comprometer recursos para su defensa, incluso incumpliendo la cláusula de la OTAN que establece compromisos de hasta el 3% del PBI. Pese a esto, Alemania ha anunciado un aumento en su presupuesto de defensa y la UE, en general, modificó sus normativas para permitir un mayor endeudamiento para invertir en equipamiento. Sin embargo, de la misma manera que los anuncios alemanes en 2022, todavía no está claro si estas declaraciones terminarán de impulsar un proceso eficaz de rearme. Dependerá de los países europeos, evaluar si podrán enfrentar estos retos, o reconocerán que no pueden hacer frente a los problemas de defensa sin la ayuda de Estados Unidos, y en este último caso, la voluntad de Estados Unidos jugará un factor decisivo.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Tendencias