El recrudecimiento del conflicto entre Estados Unidos y los rebeldes hutíes en Yemen reaviva tensiones históricas en Medio Oriente y plantea interrogantes estratégicos que trascienden lo estrictamente militar. A través de bombardeos, acusaciones de saqueo de ayuda humanitaria y la creciente intervención internacional, se configuran nuevas dinámicas de poder donde convergen intereses regionales, disputas por influencia y desafíos al derecho internacional humanitario.

La administración Trump ha vuelto a encender las alarmas geopolíticas con una escalada militar en Yemen, desatando una nueva ola de ataques aéreos tras calificar a los hutíes como “una amenaza terrorista inaceptable”. La operación, ejecutada el pasado fin de semana, dejó al menos 31 muertos y más de un centenar de heridos —en su mayoría civiles, mujeres y niños— según fuentes locales. Las ofensivas afectaron instalaciones en Saná, Saada, Taiz y Hodeidah, incluyendo una central eléctrica en la ciudad de Dahyan. La decisión responde a una estrategia de confrontación directa con el grupo insurgente, al que Washington acusa de actuar como brazo proxy de Irán.

En un mensaje desde Truth Social, el presidente Donald Trump afirmó que EE.UU. empleará una “fuerza letal abrumadora” contra los hutíes “hasta que se cumplan nuestros objetivos”. A su vez, lanzó una advertencia directa a Irán, induciéndolos a cesar su apoyo al grupo insurgente y amenazando con consecuencias si se perciben nuevas amenazas contra intereses estadounidenses. La operación forma parte de un plan elaborado desde semanas atrás, según fuentes del Pentágono, y se perfila como una campaña sostenida, sin tropas en el terreno pero con ataques estratégicos escalonados. Se trata de un viraje drástico respecto al enfoque anterior del gobierno de Biden, calificado por Trump como “patéticamente débil”.

El trasfondo de este conflicto excede a Yemen. El mar Rojo, una de las rutas marítimas más importantes del mundo, ha sido escenario de más de 100 ataques hutíes contra embarcaciones comerciales y militares desde fines de 2023. El grupo, alineado con Irán, justifica sus acciones como represalia por la guerra en Gaza y el bloqueo humanitario israelí. Aunque hubo una pausa durante el alto el fuego en enero, las amenazas se reanudaron tras nuevas restricciones en el ingreso de ayuda humanitaria. Desde la Casa Blanca se insiste en que los bombardeos buscan “restaurar la libertad de navegación”, pero el impacto en la estabilidad regional es cada vez más evidente.

El conflicto también refleja una lógica de “proxy war”, con los hutíes como actores no estatales respaldados por Irán para disputar influencia en el Golfo. Trump intenta reinstalar el paradigma de disuasión directa hacia Teherán, buscando proyectar fuerza y recuperar el control del relato geopolítico. No es casual que el secretario de Estado, Marco Rubio, haya mantenido conversaciones con su par ruso, Sergei Lavrov, intentando prevenir una reacción desfavorable del Kremlin, que meses atrás había evaluado entregar armas al grupo rebelde.

A diferencia de anteriores operaciones coordinadas con Reino Unido o Israel, esta ofensiva fue ejecutada de forma unilateral. El mensaje es claro: Trump apuesta por un liderazgo estadounidense más agresivo e independiente, incluso si eso implica tensar vínculos diplomáticos o aumentar el riesgo de confrontación directa.

El Comando Central estadounidense (Centcom) informó que, días antes de los bombardeos, los hutíes atacaron el portaaviones USS Harry S. Truman en el mar Rojo y confiscaron 25 millones de kilos de alimentos del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en la gobernación de Saada. Esa ayuda estaba destinada a mitigar el hambre en un país con una de las peores crisis humanitarias del planeta. “A los hutíes no les importa el pueblo yemení”, sentenció Centcom en X.

La comunidad internacional se mantiene en alerta. La ONU pidió el cese de las hostilidades y China instó a abrir canales de diálogo; mientras que Alemania, por su parte, exigió que cualquier respuesta sea “conforme al derecho internacional”. 

La escalada del conflicto entre Estados Unidos y los hutíes en Yemen no solo profundiza la ya compleja guerra civil en ese país, sino que también proyecta efectos significativos sobre el equilibrio geopolítico de todo Medio Oriente. En primer lugar, esta confrontación refuerza la tensión estructural entre Washington y Teherán. A medida que Estados Unidos intensifica su ofensiva militar, es probable que Irán reaccione directa o indirectamente a través de otros actores alineados en el eje de resistencia, como Hezbollah en Líbano o milicias Chiitas en Irak y Siria.

Este escenario también amenaza con desestabilizar el equilibrio de poder en el Golfo Pérsico. Arabia Saudita, enemigo histórico de los hutíes y actor central en el conflicto yemení, podría verse presionada a incrementar su implicación militar o a profundizar su coordinación con Estados Unidos, una situación que, en paralelo, incrementaría el riesgo de una confrontación más amplia con Irán. Asimismo, los Emiratos Árabes Unidos, que en años anteriores ya tuvieron presencia militar en Yemen, podrían reactivar su participación, reconfigurando el tablero de alianzas regionales.

En el plano de la seguridad regional, los ataques hutíes a buques comerciales y militares en el mar Rojo y el golfo de Adén han puesto en riesgo una de las rutas marítimas más importantes del mundo. La militarización creciente de estas aguas no solo eleva el peligro de un conflicto naval, sino que también afecta directamente al comercio internacional, obligando a muchas navieras a desviar sus rutas hacia el sur de África, con el consecuente aumento de costos logísticos y posibles impactos en los precios globales de bienes.

Esta situación también ha generado una nueva fuente de inestabilidad económica, la incertidumbre sobre el suministro energético global. Un posible recrudecimiento de las hostilidades en el Golfo podría impactar en los precios del petróleo, profundizando la volatilidad de los mercados internacionales y generando efectos inflacionarios a nivel global.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Tendencias