El 7 de febrero el Presidente Donald Trump junto al Primer Ministro Shigeru Ishiba anunciaban un acuerdo para que Nippon Steel desista con la intención de adquirir a su par americana, US Steel. A cambio, Nippon Steel realizará una fuerte inversión en U.S. Steel con transferencias de tecnología para mejorar sus capacidades pero se evitará que tome el control.
Cronología de la compra
El 18 de diciembre de 2023 la Nippon Steel Corporation anunció su deseo de adquirir U.S. Steel por un monto de 14,1 mil millones de dólares, ofreciendo un precio por acción 40% por encima de su valor de entonces. En marzo del 2024 la administración de Joe Biden se opone públicamente citando preocupación por cuestiones de seguridad nacional. En mayo, prácticamente la totalidad de los accionistas de U.S. Steel se muestra favorable a la venta mientras que los sindicatos metalúrgicos se oponen, citando preocupación por despidos y cambios en las condiciones laborales.
Posteriormente surgiría especulación sobre posibles maniobras que Joe Biden llevaría a cabo para bloquear la transacción, aduciendo motivos de seguridad nacional. En enero de 2025, en el ocaso de su mandato, Biden pone un límite de 30 días para que Nippon Steel se eche para atrás con la compra. El límite llega por vía de una orden ejecutiva amparada en la Ley de Producción de Defensa de 1950. La administración entrante coincidía con la saliente en que esta operación era contraria al interés nacional. Ambas compañías acciona legalmente contra la administración Biden, quien unos días más tarde extiende el plazo hasta Junio dando tiempo a los procedimientos legales.
La importancia del acero norteamericano y el ‘Japan inc’
A pesar de las diferencias entre las diferentes administraciones, Biden, Harris y Trump estaban de acuerdo en la importancia de que U.S. Steel continúe siendo una empresa de los Estados Unidos. El primero de estos motivos, citado en la Ley de Producción de Defensa de 1950, busca asegurar que la industria doméstica pueda alcanzar cubrir los requerimientos de la defensa nacional. En este caso la producción de acero es vital para la fabricación de todo tipo de vehículos, armamento y otros sistemas de defensa. Tener una compañía doméstica ofrece mayor control sobre la cadena de suministros ofreciendo mayores garantías al sector de la defensa. Así se encuentra menos vulnerable a disrupciones por motivos externos y a presiones geopolíticas.
Por otra parte, el acero, como insumo es crucial para la construcción de todo tipo de infraestructura. La robustez de las cadenas de suministros aplica también al desarrollo económico que depende de la construcción de, por ejemplo, vías, carreteras y puentes por donde transportar mercadería. Según el Instituto Americano del Hierro y el Acero (AISI por sus siglas en inglés) en 2017 el sector aportaba por encima de 520 mil millones de dólares a la economía. y era responsable por cerca de 400 mil empleos (y de forma indirecta la cifra asciende hasta unos 2 millones).
Hay un último factor que no es para nada despreciable ligado al lugar simbólico que posee el sector. Supo ser motor de un proceso de industrialización que llevó a los Estados Unidos a ubicarse como una potencia económica. Siendo una parte esencial del entramado productivo y una gran fuente de empleo, en el imaginario americano esta industria es equiparable a una Norteamérica productiva y próspera. Permitir que quede en manos extranjeras conlleva para muchos algo ofensivo.
Además, que los compradores sean japoneses facilitó los paralelismos con algo que ya se había vivido en la década de 1980. ‘Japan inc’ se refería al periodo en el que bienes de consumo electrónicos y autos japoneses empezaron a inundar el mercado Americano. En su momento se lo llegó a nombrar como un ‘Pearl Harbor económico’ que amenazaba las capacidades industriales de los Estados Unidos al mismo tiempo ofrecía una explicación a la creciente pérdida de empleos, en particular en el sector industrial.
Si bien los accionistas de U.S. Steel estaba de acuerdo con vender la empresa, los sindicatos se oponían y no terminaban de aceptar las garantías que llegaban de parte de Nippon Steel. Esta última también había asegurado mantener el nombre y la casa central en Pittsburgh tratando de aplacar temores y facilitar el proceso.
Ganadores y ¿ganadores?
Ishiba logró asegurarse importaciones de GNL (gas natural licuado) norteamericano, algo que se había limitado durante la presidencia de Biden. Una de las primeras órdenes ejecutivas firmadas por Trump fue para darle prioridad al proyecto de construcción de un gasoducto de GNL en Alaska. El presidente norteamericano ha hecho mucho énfasis en la intención de equilibrar la balanza comercial con los demás países y llevar a cabo un comercio “más justo” (Para los Estados Unidos). Dicho proyecto además va a requerir una gran cantidad de acero, a ser provisto por U.S. Steel mediante la inversión y nueva tecnología provista por Nippon Steel.
Hasta ahora Donald Trump ha logrado quedar bien parado, evitando la adquisición, asegurando inversiones y futuros retornos para el gasoducto. Ishiba por su parte logró llevarse una victoria en tanto pareció entenderse muy bien con Donald y logró acuerdos que parecieron satisfacer tanto a su anfitrión como a los actores económicos japoneses. Estas visitas a los Estados Unidos suelen pesar bastante sobre la imagen del Primer Ministro por la importancia de esta alianza.
Pero todo no ha terminado. En concreto todavía no hay números claros respecto de la inversión o que es lo que se obtendrá a cambio. Las preocupaciones de los sindicatos parecen continuar, y todavía resta la mediación del ahora presidente entre ambas empresas. Es difícil pensar que aún siendo un socio minoritario la inversión y transferencia tecnológica se den sin ofrecer control sobre U.S. Steel o alguna garantía de retornos. Esta inversión se espera que sea la primera de otras tantas, en tanto el Primer Ministro le aseguró que Japón aumentaría la cantidad de inversiones en los Estados Unidos.
Por su parte, Ishiba logró mantener la relación en términos amigables con su principal aliado pero retorna solo con promesas. La negociación quedará en manos de Trump y todavía no queda claro si aceptará permitir cuotas o algún tipo de excepción de tarifas al acero japonés. Fue el mismo Trump en su anterior mandato el que impuso tarifas de hasta el 25% sobre el acero y aluminio, y en este mandato el que quitó las cuotas impuestas por Biden para beneficiar a su aliado.
La inversión prometida y la transferencia tecnológica pueden fortalecer a U.S. Steel, pero las incógnitas sobre los términos finales aún generan incertidumbre. Como se mencionó, no todos las partes parecen del todo conformes con las condiciones expuestas, pero las negociaciones todavía siguen en curso. Por lo que el verdadero impacto de estas decisiones se irá descubriendo con el tiempo.





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