Artículo escrito en conjunto con Lucía Lago Krümmer y Sofía Gómez Mansur
Durante sus primeros meses de gestión, el gobierno de Javier Milei cerró las áreas institucionales del Estado encargadas de abordar la temática de mujeres, derechos y violencia, al mismo tiempo que avanzó en el desfinanciamiento de los programas públicos que luchan contra estas problemáticas. En relación con el Proyecto de Presupuesto 2025, se han reducido los fondos destinados a programas e instrumentos para prevenir, apoyar y educar a mujeres, niñas y adolescentes. Algunos de estos programas carecen de asignación presupuestaria, mientras que otros no cuentan con la especificidad necesaria para un seguimiento adecuado.
Esta es la primera vez, desde la recuperación de la democracia en 1983, que Argentina carece de una institucionalidad específica de género. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha expresado su “profunda preocupación” por el cierre de estos espacios a través de su cuenta oficial en redes sociales. Advirtieron que, de no revertirse esta situación, “impactaría directamente sobre las capacidades estatales, ya afectadas por anteriores recortes, comprometiendo seriamente la obligación del Estado de proteger a las mujeres”.
El ámbito internacional no ha sido la excepción. Argentina se convirtió recientemente en el único miembro del G20 que no suscribió el documento sobre el empoderamiento de las mujeres, acordado el 11 de octubre en Brasilia por ministras y secretarias de Igualdad de los países miembros. Este documento, firmado por el resto de las naciones, incluye propuestas como la promoción de la igualdad, la autonomía económica de las mujeres, el fortalecimiento de las políticas de cuidado, la eliminación de la misoginia, la prevención de la violencia de género y la inclusión de perspectivas de género en las acciones climáticas.
Es importante señalar que el caso de Milei no es aislado; en los últimos años ha habido un avance de las llamadas derechas alternativas o extremas en todo el mundo. Aunque estas corrientes presentan diferencias entre sí, se agrupan bajo un denominador común: el antiprogresismo y el rechazo al feminismo. Esto se evidencia en las diversas cumbres organizadas por estos partidos, donde el rechazo a la mal llamada “ideología de género”, es un tema central. Así, podemos afirmar que Milei busca acercarse a líderes como Giorgia Meloni o Viktor Orbán, quien incluso estuvo presente en su asunción el 10 de diciembre pasado.
Este tipo de posturas suele ir acompañado de un fuerte rechazo y un consecuente desmantelamiento de las políticas públicas diseñadas para promover los derechos de las mujeres. Un ejemplo de ello es la decisión del gobierno de desfinanciar el plan ENIA, una política pública implementada durante la gestión de Mauricio Macri, que buscaba reducir el embarazo adolescente. Esta decisión fue criticada no solo por referentes de la oposición, sino también por dirigentes cercanos al gobierno.
Cuando estas derechas ganan espacios de poder, suelen identificar a los derechos reproductivos de las mujeres como uno de los principales obstáculos para llevar a cabo su proyecto político. En este contexto, Milei ha rechazado el derecho al aborto legal, seguro y gratuito desde antes de ser candidato, calificándolo de “homicidio agravado por el vínculo”. Desde su asunción como Presidente de la Nación, la oposición a la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo se ha convertido en una postura institucional, lo que se manifestó en la decisión de la Subsecretaría de Políticas Familiares de conmemorar el Día Nacional del Niño por Nacer.
A casi un año de la llegada al poder de Javier Milei, es más que evidente que estas políticas antifeministas persistirán. El gobierno de Milei se enmarca en un contexto de crecimiento de las derechas alternativas antiprogresistas a nivel mundial, por lo que este ataque hacia los derechos de las mujeres debe entenderse como una motivación ideológica y no una mera cuestión presupuestaria. Es por eso que es fundamental que el movimiento feminista se encuentre en la vanguardia de la lucha para defender las garantías y los derechos humanos en Argentina. Cuando las extremas derechas se hacen con el poder, solo las mujeres funcionan como un verdadero dique de contención.





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