Artículo en conjunto entre Lucía Lago Krümmer y Marcel Muñoz Rodríguez

Este año, del 6 al 9 de junio, se celebraron las elecciones al Parlamento europeo, la única Asamblea multinacional del mundo. En estas elecciones, que se celebran cada 5 años, se eligen 720 eurodiputados. El Parlamento europeo tiene la potestad de aprobar o rechazar el presupuesto de la UE, así como proponer y votar leyes orientadas a todos los aspectos de la vida de los europeos, enfocándose en temas que van desde el cambio climático hasta la defensa por la democracia y los derechos humanos. 

Si bien los diferentes países votan en diferentes días, existen algunas normas electorales comunes para todos los países. Por ejemplo, cada ciudadano puede votar una sola vez y aquellos ciudadanos de la Unión Europea residentes en otros países pueden votar por correo o presencialmente en las representaciones diplomáticas correspondientes. 

Dentro del Parlamento europeo, el número de eurodiputados de cada partido es proporcional al número de votos que recibieron. Los grupos políticos europeos más importantes son: el Partido Popular europeo, la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas para Europa, el grupo de los Verdes y el grupo de los conservadores y reformistas europeos. 

Después de las elecciones, una de las tareas fundamentales del Parlamento es elegir al Presidente de la Comisión Europea y al resto de los comisarios. Actualmente, la Presidenta de la Comisión Europea es Ursula von der Leyen, miembro del Partido Popular europeo. 

En las últimas elecciones, celebradas en el año 2019, se logró una participación histórica del 50% y este año se espera una participación similar.

Principales retos de la UE para la nueva legislatura

Estos comicios ponen nuevamente en relieve los desafíos de un proyecto que comenzó a gestarse hace 74 años y que, desde hace más de 30, conocemos como la Unión Europea. Esta campaña se caracteriza por la presencia de varios retos y transformaciones significativas que determinarán el futuro del continente.

Uno de los temas más relevantes de estas elecciones es el posible aumento del poder de la extrema derecha en la conformación del nuevo hemiciclo parlamentario. Este fenómeno podría desplazar el centro de gravedad político hacia la derecha, lo que tendría importantes implicaciones para la formulación de políticas comunitarias. En los debates entre los candidatos a presidir la Comisión Europea, Ursula von der Leyen no descartó la posibilidad de pactar con la extrema derecha representada por la italiana Giorgia Meloni, mientras que rechazó cualquier acuerdo con la francesa Marine Le Pen. La actual presidenta de la Comisión Europea ha establecido una línea roja en torno al europeísmo y la orientación proucraniana.

La creciente presencia de estos partidos plantea un dilema para las formaciones tradicionales, las cuales deben decidir si establecer un cordón sanitario para aislar a la extrema derecha o intentar incorporar algunas de sus ideas. Por el momento, la extrema derecha europea ha captado significativamente la atención pública durante estos días de campaña electoral.

Por otro lado, la Unión Europea ha avanzado en su ambicioso Pacto Verde Europeo, destinado a alcanzar la neutralidad de emisiones para 2050. Sin embargo, la implementación de estas políticas ha enfrentado diversos obstáculos. Aunque se han aprobado leyes para descarbonizar sectores clave como la energía, la industria, el transporte y los edificios, persisten subvenciones a los combustibles fósiles y decisiones controvertidas, como la clasificación de algunas plantas de gas y futuras centrales nucleares como fuentes de energía limpia. Además, la oposición de ciertos sectores, como los agricultores, ha frenado iniciativas cruciales, como el uso sostenible de plaguicidas.

De hecho, los sectores opositores a las políticas verdes de la UE, como los agricultores, jugarán un papel crucial en estas elecciones. Su movilización electoral puede inclinar la balanza, ya que se espera que apoyen a la extrema derecha y al euroescepticismo, quienes han intentado monopolizar en todo momento las protestas.

La manipulación de la información y la desinformación representan otra amenaza significativa para la democracia en la Unión Europea. Las campañas de desinformación, a menudo bien planificadas y, en ocasiones, orquestadas por terceros países, se difunden a través de las redes sociales y que han logrado influir en elecciones anteriores continúan constituyendo un desafío. La Unión Europea ha estado trabajando para protegerse y combatir estos mensajes distorsionados, pero la lucha es constante y requiere nuevas estrategias y legislaciones para ser efectiva. Este esfuerzo será una de las prioridades a lo largo de la próxima legislatura.

La gestión de las migraciones continúa siendo un tema ineludible para la Unión Europea. Desde la crisis de refugiados de 2015, la falta de decisiones comunes ha dejado a países como Grecia, Italia y España enfrentando en solitario la entrada de millones de migrantes. En diciembre pasado, se alcanzó un acuerdo que refuerza las fronteras, incrementa la cooperación con terceros países e introduce el reconocimiento biométrico durante los procedimientos de asilo. No obstante, este acuerdo ha sido objeto de críticas debido al riesgo de detenciones generalizadas y al hecho de que los Estados que no deseen acoger migrantes deberán pagar una compensación de 20.000 euros por cada persona que rechacen.

Finalmente, uno de los desafíos más apremiantes que enfrenta la Unión Europea, y uno de los más existenciales a corto plazo, es la guerra en Ucrania. Este conflicto ha enfatizado la necesidad de fortalecer la defensa europea. Existe un consenso generalizado acerca de la importancia de aumentar la inversión en la industria de defensa y la posible creación de un comisario de Defensa en la próxima legislatura. Este cambio de enfoque tiene como objetivo no solo mejorar la capacidad defensiva de la UE, sino también aumentar su peso geopolítico. Sin embargo, surgen preocupaciones sobre cómo este aumento en el gasto militar podría impactar en la inversión en otras áreas cruciales.

En un contexto similar, la guerra en Ucrania ha reavivado el debate en torno a la ampliación de la Unión Europea. Países como Ucrania, los Balcanes Occidentales, Georgia, Moldavia y, en menor medida, Turquía han manifestado interés en unirse a la UE. No obstante, la ampliación conlleva desafíos internos, como la necesidad de ajustar las normas de funcionamiento y la distribución de recursos. Una opción que se ha considerado es la eliminación de la obligatoriedad de consenso en algunas decisiones estratégicas, con el fin de evitar bloqueos por parte de líderes como Viktor Orbán de Hungría.

Por tanto, las elecciones al Parlamento Europeo de este año no sólo determinarán la composición política del órgano legislativo, sino también la trayectoria que la Unión Europea seguirá para abordar desafíos cruciales a nivel global, como el cambio climático y la situación en Ucrania. Estos comicios se perciben como un plebiscito para decidir si afrontar estos retos de manera individual o de forma coordinada a nivel comunitario.

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