Si de soberanía se trata, cada 2 de abril hace 42 años, es insoslayable la emoción que genera el recuerdo y reconocimiento de veteranos/as y caídos/as en el conflicto del Atlántico Sur que sucedió en 1982. Conflicto que se prolongó durante 74 días y, sin lugar a dudas, forma parte de un pasado reciente que se inserta en uno de los hechos de mayor injusticia que arrastra la integridad territorial argentina.
Recién en el año 2000 fue establecido por Ley del Congreso Nacional. Año tras año, una innumerable cantidad de actos y actividades a lo largo y a lo ancho del país, así como en otras latitudes del mundo con clamor popular, se entonan fuerte y alto la Marcha de Malvinas y nuestro Himno Nacional para dar lugar a esta conmemoración, esta honra, esta reivindicación. ¿Por qué sucede? Lisa y llanamente porque nos retrotrae a tres grandes nociones que son parte de nuestro ayer, hoy y siempre: soberanía, memoria e identidad.
La importancia de las Islas Malvinas es incuestionable. Este escrito se propone servir de aporte considerando que sería injusto y reduccionista considerar la Cuestión Malvinas como desprendimiento solamente de lo sucedido en el año 1982. Por un lado, debido a que se sustenta en sólidos fundamentos geográficos, históricos, políticos y jurídicos que vuelven a la presencia colonial británica en el Atlántico Sur un mismísimo anacronismo en pleno siglo XXI.
Por el otro, se trata de una causa común que nos hermana profundamente, nos encuentra intergeneracionalmente en un montón de acciones y que trasciende banderas políticas y partidarias. “Los pibes de Malvinas que jamás olvidaré”. Un cántico con el alma que perdurará por el resto de nuestros días y pusimos a la misma altura a Maradona, Messi y a los/las excombatientes de Malvinas. Bendito folklore.
En definitiva, un sentimiento común y colectivo que constituye un punto transversal en el debate público, que arrastra dolores y silencios latentes y al cual le quedan temas pendientes por abordar, como por ejemplo, visibilizar el rol de las mujeres. Ello no puede prescindir de malvinizar con un pensamiento crítico ni de la necesidad de trazar un puente entre los estudios sobre por qué las islas son argentinas y los estudios que se focalizan en el conflicto armado.
Vale la pena hacer una sutil diferenciación. Causa y Cuestión Malvinas remiten a aspectos diferentes. La Causa Malvinas responde al sentimiento que argentinas y argentinos llevamos como insignia para lograr la recuperación del ejercicio efectivo de soberanía sobre nuestras Islas Malvinas. Mientras que, la Cuestión Malvinas (empleado por la Resolución 2065 de la Asamblea General de ONU) se refiere al trabajo realizado a nivel internacional en los ámbitos bilaterales y multilaterales.
Por ello, es troncal comprender el reclamo sostenido, ininterrumpido e inclaudicable que la República Argentina mantiene como Política de Estado en torno a la soberanía en las islas Malvinas, las Georgias del Sur, las Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes. El conflicto se remonta a 1833, cuando el Reino Unido quebró la integridad territorial argentina, ocupó ilegalmente las islas y expulsó a las autoridades argentinas mediante el uso de la fuerza. 191 años de ocupación ilegal.
Si tomamos dimensión sociohistórica, se trató de un acto que tuvo lugar al poco tiempo de la Revolución de Mayo, momento en el que las islas Malvinas fueron consideradas por los primeros gobiernos argentinos como parte integrante del territorio heredado de España. Sería la década de 1820 la ocasión en la que el Coronel de la Marina argentina David Jewett tomará posesión de su cargo en las Islas Malvinas en nombre de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Años más tarde, el 10 de junio de 1829 el gobierno argentino creó la Comandancia Política y Militar de las Malvinas y cedió a Luis Vernet la Isla Soledad con la condición de formar una colonia. Es el día que esa fecha le dio origen al “Día de la Afirmación de los Derechos Argentinos sobre las Islas Malvinas”. Pocos años después, Inglaterra consumó su atentado contra la integridad territorial de la Argentina.
Por otra parte, un elemento que constituye un pilar para el entendimiento de la Cuestión Malvinas como latinoamericana es que rápida y de forma permanente hasta la actualidad, sumó el apoyo de los países vecinos por la restitución del ejercicio pleno de soberanía sobre las Islas. A partir de lo cual, como Uriel Erlich solía afirmar, “Cuando la integración regional se fortalece, también lo hace el reclamo sobre Malvinas; por el contrario, cuando la integración regional se debilita, el reclamo se debilita.”
Y es igualmente importante destacar que la Argentina obtuvo numerosos y significativos apoyos internacionales a su reclamo. Dicho apoyo se manifestó en dos niveles. Por un lado, de aquellos países y organismos que convocan al diálogo sobre Malvinas (ONU, OEA, G77, ZPCAS, entre otros). Por otro lado, se obtuvo también el apoyo de aquellos países y organismos que reconocen los legítimos derechos de soberanía de la Argentina (MERCOSUR, CELAC, ALADI, entre otros).
Un salto en el tiempo hacia fines del siglo XX nos topa con tres acontecimientos que merecen la pena traer a colación para resignificar la memoria, la soberanía y la identidad.
En primera instancia, la Reforma Constitucional de 1994 que sentencia en la primera disposición transitoria que «la Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional.”
El segundo hito de fines del siglo pasado responde a la pregunta: ¿cuál es la capital de Malvinas? La respuesta es Ushuaia. Y eso se debe a que la ley Nº 23.775, promulgada en el año 1990 creó la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur e incluyó dentro de sus límites a los archipiélagos en disputa con el Reino Unido.
El tercer acontecimiento es el lugar que ocupa el Cementerio de Darwin como sitio de memoria y homenaje que, a través del Proyecto Humanitario Malvinas, posible gracias al trabajo conjunto de Argentina (Equipo Argentino de Antropología Forense), el Reino Unido y Comité Internacional de la Cruz Roja lograron la identificación de los restos de los soldados caídos en las Islas, lo que sido de vital importancia para la construcción colectiva de las memorias que dejó el conflicto armado. Del total de 649 argentinos que cayeron en combate, 237 se encuentran enterrados allí y 123 han podido ser identificados.
Para cerrar, nada será menos valioso que estar convencido, en un acto en el que, haciendo confluir recuerdo, reparación y reconocimiento, más temprano que tarde nuestra bandera volverá a flamear en nuestras islas. Las Malvinas fueron, son y serán argentinas.





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