La política en Israel ha entrado en un período de tensión y complejidad sin precedentes a raíz de los recientes ataques perpetrados por Hamás, la organización islamista que detenta el control sobre la Franja de Gaza.

En las primeras horas del sábado 7 de octubre, mientras gran parte de la nación hebrea reposaba en la noche, centenas de combatientes pertenecientes a Hamás y la Yihad Islámica llevaron a cabo un asalto coordinado en múltiples frentes, penetrando en territorio israelí por mar, tierra y aire. En simultáneo, estos grupos desencadenaron una lluvia inesperada de miles de cohetes sobre suelo israelí. El saldo de este violento embate se tradujo en un desgarrador panorama: más de 1,200 vidas perdidas, mayoritariamente civiles, alrededor de 3,000 heridos y cerca de 200 individuos convertidos en rehenes. Las ejecuciones, decapitaciones y la brutalidad extrema demostrada por las milicias palestinas traspasaron todos los límites previos. De hecho, este asalto deviene en el más demoledor asestado contra Israel en los últimos 75 años.

La reacción del gobierno, presidido por Benjamin Netanyahu, fue inmediata y decidida: se declaró una guerra total contra Hamas y se puso en marcha una de las movilizaciones militares de mayor envergadura en la historia de la nación. Se espera que cerca de 300,000 reservistas sean llamados a filas.

Estos acontecimientos han reavivado un conflicto histórico, arraigado en décadas, que ha permanecido sin una resolución política o diplomática a la vista. En el presente artículo de opinión, nuestra intención reside en iluminar las consecuencias de estos ataques sobre la política regional de Oriente Medio y reflexionar sobre los desafíos que se presentan al liderazgo estadounidense en una región de tanta trascendencia para sus intereses como el Medio Oriente.

Impacto en la política regional de Medio Oriente

Un hombre con gorra y lentes oscuros

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Como se mencionó en la introducción, el ataque de principio de mes perpetrado por militantes de Hamas en Israel sacudió las bases fundamentales que subyacen en el tablero político de Oriente Medio. En este momento crítico, mientras Israel, sus adversarios y su principal aliado, los EEUU, responden a estos acontecimientos, se corre el riesgo de transformar la confrontación entre Israel y Hamás en un conflicto de mayor alcance.

La anticipada incursión terrestre de Israel en Gaza, como respuesta a los ataques, y la reacción de Irán, junto con su red de milicias islamistas afiliadas en la región, podrían sentar las bases para una reconfiguración del equilibrio de poder en Medio Oriente y determinar nuevos paradigmas para el futuro de la región. De esta manera, el objetivo de la creación de un Estado palestino independiente difícilmente pueda ser aceptado por cualquier gobierno israelí, independientemente de su afiliación política. El riesgo de que elementos vinculados a Hamás asuman un papel protagónico en la administración de un futuro Estado palestino es una realidad que los israelíes no pueden pasar por alto. Debido a Hamás, el anhelo de independencia palestina se encuentra en su punto más distante hasta la fecha.

A su vez, la preocupación inmediata radica en la posible expansión del conflicto y en el papel de Irán. Hezbolá, un representante del poder iraní, designado como grupo terrorista por EEUU, lanzó cohetes hacia Israel. Con un arsenal que supera los 100,000 cohetes y misiles, Hezbolá tiene la capacidad de ampliar significativamente el conflicto. La posibilidad de que Hezbolá, estrechamente vinculado a Irán, se involucre en el conflicto como una entidad concertada pone en tensión las fuerzas armadas de Israel y desafía las defensas aéreas del país, dadas las capacidades de ataque de misiles de Hezbolá, incluso contra Tel Aviv. En privado, Hezbolá ha advertido a Israel sobre su disposición a abrir un segundo frente si las fuerzas israelíes emprenden una ofensiva terrestre en Gaza, según informan funcionarios y diplomáticos árabes. Sin embargo, la cuestión de si Hezbolá cumplirá esta amenaza es un tema de discusión crítico para los líderes israelíes.

Ante esto, la administración Biden respondió a esta situación desplegando dos grupos de portaaviones en el Mediterráneo oriental en un esfuerzo por disuadir a Irán y a Hezbolá, de unirse al conflicto y desencadenar una conflagración regional que podría involucrar a Irán y las naciones del Golfo Pérsico. Además, Washington ha incrementado el suministro de armas a Israel.

Motivación de los ataques y posibles consecuencias

Un hombre mayor sentado en un escritorio

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Los recientes ataques de Hamás plantean interrogantes cruciales acerca de sus motivaciones y las implicaciones para la región. Aunque Hamás ha justificado sus acciones argumentando que el gobierno de Netanyahu provocó a los palestinos con sus medidas en Jerusalén y el endurecimiento del encarcelamiento de palestinos, los ataques van más allá de una respuesta a eventos específicos.

En el fondo, Hamás busca desafiar la creciente aceptación de Israel en el mundo árabe, particularmente por parte de Arabia Saudita. Esta percepción de Israel como un actor regional más aceptado representa un desafío para Irán, que se ve acorralado por la diplomacia de EEUU en la región, y para los palestinos, que temen perder influencia en el proceso político.

Por lo tanto, los ataques de Hamás pueden interpretarse como un intento de frenar este proceso de normalización y provocar una respuesta enérgica por parte de Israel. Un conflicto más extenso y con un alto costo humano podría ejercer presión sobre Arabia Saudita y otros países árabes para que reconsideren su apoyo a la normalización de relaciones con Israel, un proceso iniciado por la administración Trump y continuado por Biden.

A pesar de este escenario tenso, la historia demuestra que las oportunidades de paz pueden surgir después de conflictos devastadores. Ejemplos como la guerra de Yom Kipur de 1973, que condujo al viaje del presidente egipcio Anwar Sadat a Jerusalén y los Acuerdos de Paz de Camp David, o los Acuerdos de Oslo de 1993, que surgieron después de la Primera Intifada, muestran que los momentos de crisis pueden dar paso a avances diplomáticos. Es en este contexto que el Príncipe Heredero Mohammed bin Salman de Arabia Saudita está trabajando en la construcción de una estructura de seguridad para su ambiciosa iniciativa «Visión 2030». Esta iniciativa se basa en un tratado de defensa con EEUU y en una paz estratégica con Israel.

Algunos analistas sugieren que después de la devastación causada por la guerra en Gaza, el Príncipe Heredero podría impulsar una “cumbre de paz” en Riad, que reuniría a líderes israelíes y palestinos. Esto podría allanar el camino hacia un acuerdo árabe-israelí, especialmente si Israel evita una escalada imprudente que dificulte cualquier proceso de reconciliación. El temor en la región es que, a medida que los árabes observen las bajas civiles resultantes de los ataques, sientan una rabia similar a la que experimentaron los israelíes después de la matanza de civiles a manos de terroristas de Hamás. Por lo tanto, el desafío radica en evitar una escalada que socave las posibilidades de diálogo y paz en la región. Así, en este contexto tenso, existe la esperanza de que la diplomacia y el liderazgo visionario puedan prevalecer sobre la violencia y allanar el camino hacia una solución duradera en el conflicto israelí-palestino, así como en la normalización de relaciones en el Medio Oriente.

Conclusión

Un hombre en traje con lentes

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Los recientes ataques de Hamás han dado lugar a una situación de alta complejidad en Oriente Medio. Esto plantea desafíos cruciales tanto para Israel como para la región en su conjunto, y no deja indemne a EEUU. La escalada de la violencia y las implicaciones geopolíticas generan incertidumbre sobre el futuro, y es esencial destacar que, en este panorama, la diplomacia y el liderazgo visionario se tornan fundamentales para abordar esta situación. A medida que EEUU se ve arrastrado nuevamente a la región, revirtiendo su tendencia previa de distanciamiento, la restauración del compromiso estadounidense y la búsqueda de soluciones pacíficas se convierten en aspectos cruciales.

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