“Todos somos iguales pero algunos son más iguales que otros”: la crisis de refugiados ucranianos en Europa

Desde el 24 de febrero, los avances militares rusos en Ucrania colmaron los medios de comunicación y las conversaciones públicas y privadas. Entre videos, imágenes y testimonios de primera mano, el mundo tiene acceso directo a una crisis del más alto nivel político cuyas víctimas principales son los civiles desplazados de sus hogares por la guerra y el miedo. De acuerdo con los datos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de dos millones de personas han cruzado las fronteras del país entre el 24 de febrero y el 8 de marzo y se teme que ese número pueda llegar a 4 millones. Mujeres y niños, principalmente (1), han buscado resguardo del avance ruso en Polonia, Hungría, Rumania y otros países cercanos -incluso en Rusia- sin certezas sobre el devenir de sus hogares, de sus familias y de su país. 

Europa no es ajena a la recepción de grandes flujos de solicitantes de asilo; de hecho, en la última década -y con un marcado pico en 2015– cientos de miles de personas que huyen de la guerra y de la persecución han buscado comenzar de nuevo en territorio europeo. Hombres, mujeres y niños de Siria, Irak, Afganistán, entre otros países, han cruzado cielo, mar y tierra para hallar paz en el llamado “viejo continente”. Ahora, millones de personas escapan de Ucrania y se convierten en parte de una nueva crisis de refugiados.

Y si bien muchas veces son las cifras las que predominan los reportes, es imperioso tener presente que detrás de todo el análisis cuantitativo y los conceptos vagos del derecho internacional hay seres humanos. “Detrás de las frías estadísticas hay 2 millones de historias de separación, angustia y pérdida”, advierte Filippo Grandi, Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados. Aún así, lo que “podría convertirse en la mayor crisis de refugiados de Europa en lo que va de siglo” -según anticipa la Agencia de la ONU para los Refugiados ACNUR– ha dejado en evidencia, una vez más, la profundidad del racismo que continúa arraigado en nuestras sociedades. “Estos no son los refugiados a los que estamos acostumbrados…. Estas personas son europeas”, fue la declaración que dio el primer ministro Kiril Petkov, de Bulgaria, ante periodistas al hablar de las personas de Ucrania que escapan de la guerra. En referencia a la crisis migratoria proveniente de otras partes del globo, Petkov declaró que la situación actual es diferente ya que “estas personas son inteligentes. Son personas educadas (…) Esta no es la oleada de refugiados a la que estábamos acostumbrados, gente de la que no estábamos seguros de su identidad, gente con pasados poco claros, que podrían haber sido incluso terroristas”. Incluso fue más allá y afirmó que “no hay un solo país europeo que tenga miedo de la actual ola de refugiados”.

Petkov no es el único que ha dejado explícita las preferencias que los Estados europeos tienen a la hora de dictar su política migratoria de recepción de solicitantes de asilo y refugiados, notoriamente relacionada con el concepto de identity politics (políticas relacionadas a la identidad). En una entrevista con la BBC, el ex fiscal adjunto ucraniano, David Sakvarelidze, declaró: “Es muy emotivo para mí porque veo cómo matan a gente europea de ojos azules y pelo rubio, cómo matan a niños todos los días los misiles, los helicópteros y los cohetes de Putin”. Asimismo, el medio The Washington Post citó a un funcionario europeo -que habló en condición de anonimato- que dijo: “Sinceramente, el sentimiento es diferente ya que son blancos y cristianos”. Y es que en la autopercepción de Europa como un continente “blanco” y “civilizado”, la mano se extiende más fácilmente hacia otras personas “blancas” y “civilizadas”. 

Una otra cara de la política migratoria europea

Más allá del discurso -cuya relevancia en el análisis no debe ser de ningún modo minimizada-, ¿cómo se traduce esta visión en la práctica? En una política migratoria de puertas abiertas, contención y solidaridad. 

La Unión Europea tomó la decisión -sin precedentes y con el aval de todos sus Estados miembro- de permitir que personas refugiadas provenientes de Ucrania (ya sean nacionales o residentes permanentes) vivan en territorio del bloque por hasta tres años bajo un estatus temporal especial. La Directiva 2001/55/CE que enmarca legalmente esta decisión detalla en su primer artículo que se le concede “protección temporal en caso de afluencia masiva de personas desplazadas procedentes de terceros países que no pueden volver a su país de origen y fomentar un esfuerzo equitativo entre los Estados miembros para acoger a dichas personas y asumir las consecuencias de su acogida.” Así, la directiva le otorga a las personas que califiquen para este estatus de protección temporal el derecho a vivir, trabajar, acceder al sistema de salud, a la vivienda y a la educación por un año, saltéandose los procedimientos tradicionales de solicitud de asilo y con la posibilidad de renovar su estatus por dos años adicionales si el conflicto en su país continúa.

En cuanto a políticas nacionales, como explica la BBC, los países cercanos a Ucrania como Polonia, Hungría, Rumania y República Checa, que han sido los principales destinos de las personas refugiadas, ofrecen centros de acogida, alimentos y atención médica. En el caso de República Checa, por ejemplo, se han abierto canales de visa especiales para que las personas refugiadas ucranianas puedan quedarse en el país, si así lo desearan, a partir de la activación de su Plan de Preparación para la Ola Migratoria. 

Incluso gobiernos que se proclaman nacionalistas, como el de Boris Johnson (quien, en 2019, dijo que iba a impedir que los inmigrantes “trataran a Reino Unido como su país”), ahora ha declarado que podría acoger a más de 200 mil refugiados ucranianos y ha flexibilizado la política migratoria vigente para esa nacionalidad. El 1 de marzo, desde la Secretaría de Interior de Reino Unido se emitió un comunicado en donde se explica que el gobierno ha “realizado cambios importantes y sin precedentes en el sistema de inmigración” que incluyen, por ejemplo, un aumento en los puntos de tramitación de visas para familiares de ciudadanos británicos residentes en Ucrania y la eliminación de requisitos de idioma y salariales para quienes tengan familiares en el país.

Si bien estos son sólo algunos ejemplos de políticas, se debe tener presente que Ucrania no forma parte -al menos hasta el momento (2)- de la Unión Europea. Una de las principales conclusiones que pueden extraerse de esta situación es que la actitud adoptada por los Estados europeos ante la crisis de refugiados de Ucrania ha dejado en evidencia los amplios alcances de la solidaridad internacional. Ahora bien: ¿cuáles son los límites a esa solidaridad? 

¿Refugiados de segunda clase?

La Convención de Ginebra de 1951 define a una persona como refugiada cuando “debido a fundados temores de ser perseguido por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de su país; o que careciendo de nacionalidad y hallándose, a consecuencia de tales acontecimientos fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, no pueda o, a causa de dichos temores no quiera regresar a él”. Asimismo, ACNUR explica que aquellas personas civiles “que se ven obligados a huir de su país a causa de conflictos activos, como la guerra de Siria o el conflicto de Irak en Oriente Medio, u otros conflictos activos en África como en Nigeria, República Centroafricana, RD Congo” pueden solicitar la condición de refugiado. 

Todos los Estados miembro de la Unión Europea son signatarios de la Convención de Ginebra de 1951. Y, sin embargo, en su aplicación, la realidad de las personas refugiadas de Ucrania difiere enormemente de la realidad que debieron atravesar quienes llegaron a las costas europeas provenientes de África y Medio Oriente. El activista por los derechos humanos Ajamu Baraka escribió en Twitter: “Para quienes entiendan la mente liberal, por favor explíqueme por qué las vidas de los ucranianos son más valiosas que las de los haitianos, palestinos, etíopes, afganos, sirios, iraníes, africanos. ¿Sólo les conmueven las imágenes del sufrimiento de los blancos?”. 

Mientras se abren vías expeditivas de ingreso para quienes huyen del conflicto armado en Ucrania, aquellas personas que lograron alcanzar territorio europeo desde otras partes del mundo huyendo de guerras o a causa de situaciones contempladas en la definición de “refugiado” no han corrido la misma suerte. Para quienes llegan buscando asilo a, por ejemplo, el sur de Grecia o Italia, muchas veces la falta de capacidad en infraestructura y en recurso humano de los centros de acogida impacta gravemente en los tiempos de procesamiento de sus solicitudes y las condiciones de su estadía en dichos centros. A modo de ejemplo, en una visita reciente del Papa Francisco a un campamento de migrantes en Grecia, se evidenció el estado de situación del lugar, que se encontraba cercado con alambre de púas y con altos niveles de vigilancia sobre sus ocupantes. Los tiempos de espera para el procesamiento de sus solicitudes pueden superar el año. 

Incluso en materia de políticas, la Unión Europea había sido acusada por la organización Human Rights Watch en su Informe Anual 2021 de haber perdido su credibilidad como bloque defensor de los derechos humanos luego de haber firmado, en 2020, el Nuevo Pacto de amplio alcance sobre Migración y Asilo. HRW argumentó que dicho pacto “confirma el enfoque en el cierre de fronteras y el aumento de devoluciones, con medidas que incluyen propuestas que podrían socavar las salvaguardias y aumentar la detención y carece de propuestas innovadoras para una gestión de la migración respetuosa con los derechos.” 

Numerosos reportes de organizaciones defensoras de derechos humanos han arrojado luz sobre los inimaginables obstáculos que enfrentan las personas refugiadas y migrantes para llegar a Europa y las condiciones que les esperan a su arribo. Médicos Sin Fronteras (MSF), por ejemplo, tiene un informe titulado “Carrera de obstáculos hacia Europa: una crisis humanitaria en las fronteras de la UE creada por la política” en el que se describen no sólo las vivencias de quienes arriesgan sus vidas (en sentido literal) para alcanzar un futuro en Europa, sino también las falencias en la política migratoria de la UE y sus deudas con el respeto a los derechos de las personas migrantes. En este sentido y en referencia al año 2015, el informe sentencia:

“No sólo los países europeos no se ocuparon colectivamente de las necesidades humanitarias y médicas urgentes de los de los refugiados y migrantes que llegan a las fronteras interiores de la UE, sino que las políticas de disuasión y antiinmigración de la Unión Europea -desarrolladas en los últimos 15 años y reforzadas en 2015-, han aumentado la demanda de las redes de contrabando de migrantes y empujan a las personas hacia rutas cada vez más peligrosas que ponen en peligro su salud y su vida.”

“Sólo ucranianos (blancos)”

El racismo y la discriminación no escapan tampoco de la actual crisis de refugiados. En los últimos días, se han dado a conocer muchos testimonios de personas no ucranianas pero que habitan ese país que deben enfrentar no sólo los temores y la angustia asociados a la guerra, sino también las situaciones de discriminación que se dan en las vías de salida del país. Este es el caso, por ejemplo, de personas afganas, africanas, indias, yemeníes, muchos de ellos estudiantes internacionales en Ucrania, cuya estadía se ha visto trastocada por el avance ruso.

El medio Vox ha reportado situaciones en las que personas no nacionales de Ucrania han sido forzadas a ubicarse al final de las filas de salida en las fronteras ucranianas o que han sido incluso rechazados en hoteles cercanos a las fronteras polacas. Las versiones oficiales han tildado de “falsos” o “imprecisos” a estos reportes. Pero quienes están en el terreno aseguran que se trata de situaciones reales que perjudican a un grupo de personas (sin nacionalidad ucraniana, no percibidos como “blancos”) en favor de ucranianos “blancos” para que puedan salir del territorio y conseguir ayuda primero.

El medio CNN da cuenta del testimonio de una estudiante de medicina nigeriana que buscaba escapar de Ucrania desde Shehyni, un pueblo fronterizo: “Vinieron más de 10 autobuses y vimos cómo se iban todos. Pensamos que después de que se llevaran a todos los ucranianos nos llevarían a nosotros, pero nos dijeron que teníamos que caminar, que no había más autobuses y nos dijeron que camináramos.” 

Otra estudiante de medicina india que experimentó también esta situación declaró ante el medio: “Permiten 30 indios sólo después de que entren 500 ucranianos. Para llegar a esta frontera hay que caminar entre 4 y 5 kilómetros desde el primer puesto de control hasta el segundo. A los ucranianos les dan taxis y autobuses para viajar, todas las demás nacionalidades tienen que caminar. Fueron muy racistas con los indios y otras nacionalidades”. 

A estos testimonios se le suman las denuncias de violencia en los puntos fronterizos, focalizada en personas “no blancas”: “Vi a un egipcio de pie en la parte delantera con las manos en las barandillas, y por eso un guardia lo empujó con mucha fuerza y el hombre se golpeó contra la valla, que está cubierta de pinchos, y perdió el conocimiento”, relató la estudiante india. 

En otro testimonio recabado por NBC News, un joven africano contó que los oficiales ucranianos exclamaban que “sólo ucranianos” podían abordar los trenes que estaban saliendo de la estación de Kiev. Sin embargo, no era el pasaporte lo que verificaban, sino el color de la piel.

Human Rights Watch también publicó un artículo denunciando el trato no igualitario de extranjeros en Ucrania, abogando por la creación de mecanismos de salida con un mínimo nivel de burocracia para todas aquellas personas que quieran escapar del conflicto, sin importar su país de procedencia. 

Las autoridades de países de África e India, por ejemplo, también utilizaron canales oficiales de comunicación para pedir que se garanticen los derechos de todas las personas por igual sin importar su identidad étnica, como es el caso de la declaración publicada por la Unión Africana.

Relatos de esta naturaleza han sido recogidos por funcionarios del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, quienes emitieron un comunicado a inicios de marzo de 2022 expresando su preocupación por las situaciones de discriminación experimentadas por personas africanas en las fronteras. “El trato denunciado -preferencias raciales en la administración de servicios vitales, restricciones raciales a la libertad de circulación, diferenciación racial en el acceso al estatus de inmigrante- viola la prohibición de la discriminación racial”, lee el comunicado.

Si bien desde la UE se han dado lineamientos para el trámite de refugiado de personas que escapan del conflicto pero cuya nacionalidad no es ucraniana, la falta de claridad acerca de cuántas personas podrán ser admitidas por esta vía impide tener una noción real sobre los alcances de esta política. Y, para las personas “no blancas”, significa un nivel adicional de incertidumbre en medio de una realidad caótica de por sí. Sin mencionar un nuevo y claro ejemplo de discriminación y racismo en violación del derecho internacional.

Perspectivas hacia adelante

¿Qué podemos extraer de todo esto respecto a la política migratoria europea? De acuerdo con un artículo de Vox, la “falta de claridad [de las vías de solicitud de asilo para personas no ucranianas] es un recordatorio de que el actual enfoque de brazos abiertos de la UE hacia los refugiados ucranianos es una excepción en la política de refugiados del continente, no una indicación de un cambio de paradigma”. 

El conflicto armado en Ucrania tiene como principales víctimas a las millones de personas que habitan ese territorio y que han quedado expuestas a un nuevo enfrentamiento bélico en Europa. Al momento de este artículo, más de 2 millones de personas han huido de Ucrania en busca de refugio y quedan aún otras millones expuestas a las consecuencias de la “operación militar” rusa. Se trata de familias separadas, de personas en duelo por la pérdida de seres queridos, de sueños y vidas destruidas por la guerra. La Convención de Ginebra de 1951, de la que todos los Estados de la Unión Europea son signatarios, delinea los derechos de las personas refugiadas y las responsabilidades de los Estados para con ellas. Y aunque Europa ha implementado importantes políticas de acogida para quienes escapan de Ucrania, se continúan evidenciando prácticas discriminatorias y racistas que conllevan a una desigual garantía de los derechos humanos. 

Esta situación ha puesto de manifiesto la capacidad de los Estados de aplicar políticas de puertas abiertas, contención y solidaridad para refugiados: vías expeditivas para solicitar asilo y disponibilidad de recursos (de todo tipo) para recibir a quienes huyen de guerras y de persecución. Lamentablemente, no todas las personas se han podido beneficiar de estas políticas por igual. Y eso no puede ser tolerado. Aún así, al momento de identificar lecciones para la política migratoria europea de los próximos años, las buenas prácticas pueden -y deben- convertirse en un punto de partida clave para el rediseño del marco legal de la UE y de sus Estados miembros.

El libro “Rebelión en la granja” (1945), de George Orwell, incluye la famosa frase “Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros”. Aún luego de 77 años, la frase no sólo sigue teniendo vigencia, sino que permite describir, en pocas palabras, el racismo y la discriminación que tiñen fenómenos políticos y sociales desde siempre y hasta el día de hoy (aunque ojalá no sea el caso mañana). 

Referencias en el texto: 

  1. Debido a la aplicación de la Ley Marcial en Ucrania desde el 24 de febrero, los hombres ucranianos de entre 18 y 60 años no tienen permitida la salida del país. Fuente: Decreto N° 64/2022, explicado en el sitio web https://www.mil.gov.ua/en/news/2022/02/24/president-signed-a-decree-on-the-imposition-of-martial-law-in-ukraine-the-verkhovna-rada-approved-it/  
  2. Tras el inicio del conflicto armado con Rusia, Ucrania firmó una petición formal de inclusión del país en la Unión Europea. El lunes 7 de marzo, la totalidad de los miembros del bloque pidieron a la Comisión Europea que emita dictamen sobre la posible entrada de Ucrania, Moldavia y Georgia. Más información: https://www.europapress.es/internacional/noticia-veintisiete-encargan-bruselas-evalue-solicitud-ucrania-georgia-moldavia-entrar-ue-20220307161850.html 

Escrito por

Licenciada en Estudios Internacionales por la Universidad Torcuato Di Tella. Interesada por los derechos humanos y cívicos. Actualmente especializada en México y Centroamérica.

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